Espiral


¡Cierren las puertas, senadores!

Los cambios en el gabinete responden a un control de daños y a una reacción, más que a un propósito programático y estratégico. López Obrador cierra más su círculo cercano y sube el porcentaje de lealtad sobre capacidad.

#TheBunkerNoticias | ¡Cierren las puertas, senadores!
Por: Redacción
  • 29/08/2021

Ya mucho se ha escrito sobre los cambios en el gabinete y sus entretelas y trascendidos. Hagamos sin embargo un esfuerzo de prospectiva.

Lo primero que se percibe es que los cambios son más un control de daños y una reacción, a un propósito programático o estratégico.

Su implementación así lo acredita. Se sabe que la exsecretaria de Gobernación fue sacada de un evento en Los Pinos y que el nuevo secretario arribó a Palacio creyendo que iba a conversar sobre su sucesor, no a tomar posesión. Todo ello auspiciado por la elección de la presidencia del pleno en el Senado, donde, por lo visto, Monreal tenía armado todo para nombrar a alguien que no le garantizaba al presidente el control y tranquilidad necesarios.

En otras palabras, los cambios obedecen a la necesidad de López Obrador de contener y aminorar el control que Ricardo Monreal tiene sobre el Senado. Ello, en la perspectiva de una posible traición —es el término hecho valer hacia dentro de las corrientes morenistas— de Monreal en las pasadas elecciones.

Pero vayamos por partes. Olga Sánchez Cordero era ya insostenible en Gobernación, el desgaste propio del puesto, la marginación de todo asunto trascendente y el estilo unipersonal de gobernar del presidente, le habían granjeado el mote de florero. Su interlocución, tan constante y disciplinada, cuan infructuosa con los gobernadores, a los que se les pide, pero no se les cumple, cuando no es que se les acusa, terminaron por convertirla en una interlocutora sin consecuencia.

Ni qué decir hacia dentro de un gabinete disfuncional que opera más por afecto presidencial que por función y organigrama.

Todo ello terminó por deslavar a la otrora ministra, sin obviar el deterioro físico en su persona que poco abonaba a su papel.

Del secretario entrante, más allá de su relación familiar y paisanaje tabasqueño con el presidente hay poco que decir. Su gobierno en Tabasco no arroja muchas luces y de él destacan más sus desaciertos que sus aciertos.

Todo parece indicar que el presidente ha optado por cerrar aún más su círculo cercano y subir el porcentaje de lealtad por sobre capacidad.

No obstante, preocupa que este cambio en la cartera de Gobernación implique un endurecimiento del poder en detrimento de libertades y derechos. La mano suave y generosa, aunque no por ello ineficaz de Sánchez Cordero, pudiera ser extrañada muy pronto por los rumbos de Bucareli.

Difícil será para el nuevo secretario el trato con Gobernadores, por dos cuestiones principalmente, por el poco respeto que le guardan quienes hasta hace unos días era su pares y al que trataron y conocen muy de cerca, así como porque las necesidades crecientes y no atendidas por la federación se acumulan y llegarán en tropel en demanda hasta el escritorio de Don Adán Augusto Lopez.

Finalmente el Senado. Tres personas cercanas a López Obrador se suman para hacer contrapeso a Ricardo Monreal y su liderazgo: Gabriel García, quien regresa al Senado destronado y cuestionado por su manejo de los Servidores de la Nación; Salgado Macedonio, derrotado personalmente y ganador por interpósita hija en Guerrero y Olga Sánchez Cordero, quien regresa al Senado tras un triste y desdorado paso por Gobernación.

Los tres personajes llegan derrotados, expulsados —salvo Macedonio— del afecto presidencial y cuestionados por tirios y troyanos. García generó muchas animadversiones hacia dentro de Morena por su manejo de los Servidores de la Nación; Macedonio causó un grave deterioro en el prestigio de Morena al empecinarse en gobernar Guerrero convirtiendo el triunfo de su hija —de suyo de altísimo costo— en su mayor riesgo.

Finalmente Olga llega impuesta desde afuera a un Senado con tres años de cohesión y recién derrotada al ser metida como calzador a negociar un extraordinario sin posibilidad alguna. Si desde la Secretaría de Gobernación, con todo el apoyo del presidente, no pudo sacar adelante el extraordinario para la revocación de mandato, por qué y cómo había de ser ahora más efectiva, si llega en caída libre y con desprestigio avanzado.

Llegamos así a Ricardo Monreal, sin duda habrá de resentir la presencia de estos tres personajes, así como las embestidas que desde otras aspiraciones sucesorias se le enderezan. Lo importante, sin embargo, es la declaración de guerra desde Palacio Nacional.

Ello es lo verdaderamente relevante de estos cambios, atestiguan un rompimiento y, posiblemente, el surgimiento de una corriente ¿renovadora? dentro de Morena.

¡Cierren las puertas, señores!



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