La antorcha

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Por: Arturo Martinez Caceres

• 24/01/2024

Hay días en que el prado está tan verde, tan verde que dan ganas de ser burro para dar un buen reparo y celebrar.

Esos días hay que atesorarlos y revivirlos siempre. Los besos, las caricias, los afectos, los éxitos. Las ilusiones y agradecimientos.

Hay días en que el mundo es estúpidamente amorfo, ininteligible, inequitativo, como sentir una dolorosa indisposición en el cuerpo y en el alma. Un clavo clavado en la frente que no podemos olvidar.

Son las tragedias de la guerra, los desplazados, los absurdos asesinatos y la violencia. Las carencias.

Son principalmente las tristezas que nos tocan cerca.

Tengo la seguridad que aunque sea conocido el dicho de que los pesares generalmente fortalecen, sólo los masoquistas los aplauden y los muy necesitados se refugian en grupos de ayuda tan de moda siempre, para llorar en grupo, intentar sanarse y compartir desdichas.

Bien se sabe, las penas no llegan solas, sino en miríadas.

Otros, como una tía mía muy querida, se la pasan rezando todo el día, como si Dios no estuviera tan ocupado en otros menesteres.

Al final de esos días en que no pudimos conciliar el sueño en toda la noche, en que algunos nos refugiamos en gritos de espanto, de dolor, de lágrimas, otros beben como cubas y los menos se evaden de la realidad y se escapan para siempre de todo.

A veces se usan mecanismos naturales de autodefensa, episodios de disociación y trastornos relativos, incluso con lamentables autoflagelaciones, negaciones y en el extremo atribulados adioses.

En todo este maremágnum vital, lo certero es que sabemos que no hay mal que dure mil años, ni quien lo pueda aguantar.

Sabemos que sólo nos podemos recuperar con voluntad para triunfar y eventualmente reír del mal que nos tocó.

Que mañana habrá tamales estilo Sonora. Que un rayo de sol en el horizonte nos iluminará otra vez. Que tenemos los medios, la fuerza y la voluntad para luchar y vencer la adversidad.

Tal vez una de las claves imprescindibles sea no rendirse nunca. Persistir. Insistir.

Nuevamente, hacia el mes de julio, París será sede Olímpica. Recogerá la antorcha.

El fuego que nacerá como es costumbre en la Grecia inmortal recorrerá lugares seleccionados como portador de buenos augurios y paz.

La antorcha con el fuego nuevo de la humanidad como cada 52 años de nuestros antepasados iluminará la Ciudad Luz y renacerá la esperanza de progresar con lo mejor de cada uno de todos nosotros.

Tal vez podamos algún día acabar con las insolentes guerras en Ucrania y Rusia, en la Franja de Gaza y los abusos de las narcobandas mexicanas, combatir en serio la violencia y reducir la inseguridad.

En los EUA que no llegue Trump a la presidencia o si como parece será indefectiblemente el ganador, ojalá entienda mejor que no es con bravatas y vulgaridades como se resuelven las cosas.

Que en México las elecciones sean en paz, que gane mi candidata y este 2024 haya reconciliación nacional y menos polarización.

Que los locutores famosos muestren menos odio y los periodistas dejen los insultos para quienes los merecen como Marko y Alito y sus equipos pripanistas.

Sin embargo, sé que no todo me importa lograr porque tengo prioridades por las que luchar.

Sonrisas que descubrir, palabras que decir, si quieres… hasta tristezas que compartir.

Yes, I still got a story you ought to know.

Vuelos que disfrutar. Lugares que visitar. Historias que compartir.


Publicado en LFMOpinión.

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