Espiral


Un viaje para meditar

¿Por qué habiendo la oportunidad no elige callar?

#TheBunkerNoticias | Un viaje para meditar
Por: Arturo Martinez Caceres
  • 08/11/2023

Entre tanta conmoción y en busca de paz y sosiego, me fui de aventura a volar.

El paso a Tijuana por Otay es fácil y organizado. Sin embargo, para variar, los semáforos de aduanas no funcionan nunca y la guardia civil ya en funciones detiene al que cree trae contrabando o tiene cara de maloso o viene muy cargado.

Saliendo de la dichosa aduana se sigue hacia el aeropuerto administrado también por quien maneja la Terminal 2 del Benito Juárez en la CdMex, Grupo Aeroportuario del Pacifico (GAP).

Aquí cruza la vía otro obstáculo que puede ser delicado. Una señal descolorida y medio escondida de STOP. Quien no hace alto total ahí se enfrenta a la mordida municipal —las huestes de la policía, deberán cubrir emolumentos no declarados al jefe directo en línea hasta el mandamás—. Aunque hay que aclarar que hasta allá arriba ha permeado la absurda práctica de que, ligado al vergonzoso arrepentimiento social en el maltrato a las mujeres, ahora el puritanismo se va del otro lado y ya no es relevante que quien gobierne sea capaz, honrado o eficiente, baste que sea mujer y se vaya nivelando el pésimo trato por siglos al género femenino. El pecado del género.

Rumbo al estacionamiento se sortean trailers y camiones, que a la menor provocación dan vuelta en u, a la izquierda o derecha, o se estacionan en el acotamiento mientras esperan turno para cruzar al otro lado.

Armado de paciencia el osado conductor habrá de poner a prueba serenidad, confianza y certeza, para llegar al ansiado y lento semáforo que permitirá llegar a la sección de dejadas y subidas. Aquí el caos es ordenado por la necesidad de despedir a los pasajeros, o buscar un mínimo espacio para recogerlos.

Si se tiene suerte, el estacionamiento no está cerrado. Y cuando se llega con tiempo se asegura un buen servicio.

El GAP ha hecho una ampliación con nuevas salas de espera en la llamada nueva ala. Ninguna cuenta con comunicación directa a la puerta del avión. Se requiere subir a un camión que nos transporta a la escalera. Vi a los sufridos viejos pasajeros e incapacitados con bastón haciendo maromas para no resbalar. Eso si, muchos voluntarios aparecen de inmediato para ofrecer brazos de sostén.

El vuelo va lleno y no puedo realmente descansar; en cambio como una farsa revivo las críticas al Peje. Que el gabinete de seguridad después de sesudas intervenciones de expertos en la materia descubrió cómo transportar y repartir los huevos para los damnificados de Acapulco. Que la Marina entregará aparte los huevos en las hueveras. Facilito

¿Por qué será que los presidentes en México están condenados al ridículo al terminar? Ni uno solo se salva y el caso del actual es aún más grosero y lamentable. Por la boca muere el Peje. Tantas cosas positivas y tanta fragilidad.

¿Por qué habiendo la oportunidad no elige callar?

Supongo que es cierto: ‘el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente’.

En tanto la buena noticia es que los atletas mexicanos cumplieron con sendas medallas de oro, plata y bronce y reafirmaron el tercer sito en los Juegos Panamericanos de Chile.

Muy a su estilo de la Cuarta, la ex campeona Ana Guevara declaró que los medallistas no recibirían premios monetarios.

No tardo ni perezoso, el Peje la salvó: ‘la habrán de haber mal interpretado’.

La bella y conflictiva CdMex me recibe con sol.

En vez de meditar tengo que actuar: ya cambie le número de teléfono por un intento x de extorsión a mi mera mera jefa.

-Ay hijo le pregunté su nombre y me dijo que era Juan Carlos, como tú hermano que se fue hace años.

Sí, tu hermanito me protegió y no se llevaron la bolsa con el reloj y algunas de las pocas joyas que quedan.

No cabe duda: es tiempo de mujeres.

Mientras, es desde las cárceles de donde se dice salen las llamadas de extorsiones, ¿se estarán reforzando los controles para proteger a las mujeres indefensas?

La verdad, la verdad, la situación social es cada vez más conflictiva y peligrosa. Se tensa la cuerda al final.

El síndrome de Acapulco está creciendo en el horizonte. Hay una notable incapacidad para enfrentar y solucionar graves problemas de Estado y sus relaciones con la sociedad.

En tanto, en el mercado mundial relativamente pocos apostarían por su exitosa promoción del bienestar y logro de mejores condiciones de vida para todos los mexicanos.

Sin embargo, a pesar de tanta crítica muy merecida, queda aún leve la dichosa esperanza.

El famoso Peje presidente si se contiene en su hablar y deja de incendiar la pradera podría pasar a la historia con grandes avances y muchas equivocaciones.

El país será al final, cuando menos, un poco menos desigual y con déficit en seguridad, educación, salud y capacidad para enfrentar desastres naturales.

¿Hasta cuándo señor presidente?

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Redentor


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