La acción sólo se conoce cuando concluye. Se le conoce por sus consecuencias.

Porque mientras la acción está accionando, en tanto los hechos se desenvuelven, es imposible avizorar su fin.

Cuba es hoy acción pura. Por un lado, un pueblo al que se le vendió todo y no se le entregó nada por décadas. Por otro, un gobierno desesperado por perder el Coco con quien siempre espantó los sueños de su pueblo y a quien culpó de todos sus males.

Por si te interesa: Cuba libre: cuando muere la utopía.

Posiblemente los cubanos estén más molestos por el embargo que el propio presidente de Cuba, pero ese ya no es su problema. El problema es descubrir que el embargo ha sido la excusa perfecta para un gobierno inútil.

Ahora bien, si no podemos saber a qué puerto llegará Cuba mañana, sí hay algo que ya podemos concluir: contra el pueblo no hay gobierno que subsista.

Cuba hoy aprende lo que la teoría política sabe desde los clásicos: lo que hace al mandato es la obediencia y al régimen castrista ya lo dejaron de obedecer.

El impacto tiene reverberaciones más allá de la isla y el mundo caribeño.

Todo populista debe verse en el paradigma cubano y empezar a pensar cuándo su cuento también llegará a su fin.

¿No cree usted?

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