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Como una ola, Agatha se llevó todo

En minutos el río se desbordó de noche y apenas nos dio tiempo de levantar a los niños; todo lo demás lo perdimos, cuentan siniestrados del Agatha, mientras buscan sin suerte al FONDEN.

#TheBunkerNoticias | Como una ola, Agatha se llevó todo
Por: Redacción
  • 02/06/2022

Agatha señorea en gran parte del territorio nacional sin FONDEN que mitigue, al menos, el sufrimiento humano.

Desde la mañanera, sin mojarse los zapatos, el presidente arremete contra el conservadurismo, mientras oaxaqueños ven perder su patrimonio y futuro, cuando no su vida.

"Como una ola, el Río Copalita destruyó mi hogar", dijo Rosa Arango, mientras autoridades y población trabajan para recuperar pertenencias afectadas.

El huracán ya había pasado cuando la creciente del río sorprendió a la comunidad de Barra de Copalita. Rosa Arango vio al agua tomar posesión de su casa, “como una ola de mar” se llevó hasta sus borregos.

Frente al cauce del río Copalita un grupo de niños y jóvenes trata de abarcar con la mirada el enorme espacio que hay entre ambos márgenes, casi como océano, márgenes que nunca habían visto llenarse y mucho menos desbordarse. Observan, señalan y se convencen que el mismo cuerpo de agua que los ha alimentado siempre, fue el responsable de llevarse en minutos su mundo.

En Barra de Copalita y Copalita Huatulco, nadie recuerda que el agua los golpeara con tal fuerza. Los mayores dicen no olvidar la devastación de Paulina (huracán), pero ni entonces creció a los niveles de hoy.

“Estuvo horrible, toda mi vida he vivido aquí y nunca había pasado. Todo empezó tranquilo, parecía que el río no iba a crecer. En otros huracanes que hemos pasado, como que va lloviendo y nos va avisando. Vas a ver y sí, ya está creciendo el río. Ahora fue cuestión de minutos”, narra Blanca Santiago, quien agrega que el río arrasó con motocicletas y casas. “Hay personas que se quedaron sin nada, sólo se quedaron con lo que tenían puesto”, apunta.

Las familias de Barra Copalita, comunidad de San Miguel del Puerto, narran que habían transcurrido cinco horas del paso de Agatha y, si bien las lluvias continuaban, parecía que la emergencia terminaba. Así cayó la noche, no se tenía energía eléctrica cuando el agua, sin avisar, tocaba a sus puertas.

Rosa Arango, oaxaqueña de 57 años, parada en una ramada, junto a sus hijas y nietas, descansa de palear el lodo que sepultó su patrimonio y cuenta cómo el río se llevó toda la comunidad en menos de media hora. Algunas familias levantaron su patrimonio a los márgenes del cauce, pero fueron las menos. Rosa, además de ropa, muebles y vivienda, perdió aves de corral y ocho de sus 12 borregos.

“Fue horas después de que entró el huracán, de un jalón, como una ola de mar”, dice.

Su hija, Diana Laura Santos, agrega que no les dio tiempo de nada y en su vivienda, donde habitaba con siete adultos y tres niñas, tan solo alcanzaron a despertarlas cuando el río ya inundaba todo. En medio de la emergencia, las mujeres optaron por refugiarse en casa de algún familiar, pues, en el albergue ya no había espacio.

Esto cuentan mientras sacan con pala, carretillas y hasta maquinaria pesada las cientos de toneladas de lodo. Fernando González, ingeniero responsable de un grupo de 30 trabajadores de la constructora privada Grupo Proesto, desde el martes ayudan a las familias de Copalita a limpiar sus hogares.

González explica que la iniciativa de auxiliar a esta comunidad se debió a que de allí son muchos de sus trabajadores.

“Sí vinieron algunos marinos, pero es mucho; (ayudar) fue iniciativa mía y de los patrones, tratamos de apoyar en eso”, dice.

Al principio dividió a los trabajadores en parejas para apoyar a la mayor cantidad de familias posible, pero las viviendas a la orilla del río enfrentaban una situación desesperada, por lo que concentró cinco frentes e igual número de cuadrillas, al tiempo de solicitar más maquinaria, pues a mano era imposible.

Hombres, mujeres y niños siguen paleando hombro con hombro sin fin.

Nos fue muy mal, perdimos todo, Barra de Copalita nunca había vivido algo así. Aquí nací, me tocó Paulina, pero entonces no creció todo (el río), ahora se metió a casi toda la comunidad, fue diferente”, dice Rosa Arango, mientras muestra que toda su ropa, sus documentos, muebles y aparatos eléctricos, que han sido liberados del lodo, tratan de ventilarse. O al menos lo intenta, porque la lluvia para por ratos, más no se detiene.

Con información de El Universal.

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