A Manuel Pereira

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“El primero que entra en crisis cuando se construye una utopía es el pasado”, escribe en “Insolación” Manuel Pereira, cubano de origen, exiliado en México después de errar por medio mundo huyendo del castrismo.

Manuel, de niño, vivió debajo de una mesa de cocina, aterido de miedo, la ultima noche de 1958, noche de balazos, incendios, gritos y espanto. Muy de temprano, a la mañana siguiente, recorrió su barrio desértico de gentes. Todo estaba cerrado, en las calles quedaban vestigios y cenizas de lo que fue aquella noche en que llegó la Revolución a la Habana y la dictadura castrista al mundo.

Con él la utopía. Había que cambiar todo, historia, futuro, cosmovisión y hasta el lenguaje, instrumento del saber de Manuel. Pereira, literato, tenía todo para triunfar en Cuba, excepto libertad. ¿De qué sirve escribir, si solo se puede escribir de una manera y bajo una única perspectiva? La de la utopía.

“Ya casi nadie en aquel país —escribe sobre Cuba ya desde el exilio— hablaba en primera persona del singular. De un tiempo a esta parte todos eran todos, o nadie era nadie, o todos eran ninguno, porque cualquiera era nosotros”.

Hasta ayer.

Aquel nosotros apropiado desde una única tribuna y voz, se convirtió en miles de voces. En calles y plazas los cubanos recuperaban la voz y la expresaban en libertad.

Contra ellos y contra ellas, sus voces, sus libertades, la voz única llamaba a los revolucionarios y comunistas a acallarlas para siempre, de ser necesario.

En Cuba, desde 1958, solo había una manifestación posible, la del aplauso y vítor al líder máximo, al “Comandante” Castro.

Pero ayer se desbordó la cortina que contenía el reclamo popular. El régimen castrista atraviesa un momento de crisis de casos Covid, ayer eran 6 mil 923 casos nuevos en las últimas 24 horas, con un total de 238 mil 491 en total, según información de Reforma.

Matanzas, a 100 kilómetros de La Habana, presenta un foco de infección a punto de colapsar el sistema de salud público, por lo que un grupo ciudadano solicitó al gobierno establecer un “corredor humanitario”.

El gobierno se negó en una especie de autoembargo.

Aunado al Covid, Cuba atraviesa una severa crisis económica desde la Caída del Muro de Berlín (1989), agravada por el desplome de ingresos turísticos, debido a la pandemia.

La escasez de medicamentos y alimentos, cortes de energía y ausencia de elementos de higiene de primera necesidad, junto con el Covid fuera de control, cimbró ayer el régimen castrista.

Grupos opositores, como el de artistas concitados en el Movimiento San Isidro, salieron a la calle en desafió histórico. Las detenciones no se han hecho esperar, como la del rapero Denis Solis, que generó una ola de indignación en las redes a nivel global.

Cuando esto escribo, Cuba está más sola que nunca, aislada del mundo, sin energía eléctrica, internet, teléfonos y noticias.

Ayer por la noche, en un mensaje televisado, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, llamó a los verdaderos revolucionarios y comunistas a confrontar a los manifestantes en calles y plazas.

Paradójico a cuál más, la Revolución contra el pueblo. ¡Quién lo fuera a creer!

Habría que preguntarle a Manuel que pasa cuando la utopía cae, qué es lo primero que entra en crisis.

Pareciera, por lo que en curso observamos, que es también el pasado que construyó y sobre el que se sostiene.

Con información de Reforma.

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