Gerardo Conde
Entrelazando
Colaborador

El 2023 es un año de retos para la generación que edificó instituciones, como el IFE, hoy el INE qué le garantiza a los mexicanos independientemente de su condición social: el derecho al sufragio efectivo y de elegir por esa vía a sus gobernantes, así como a sus representantes populares.


A 32 años de distancia de constituirse el órgano electoral denominado INE, hoy está a la deriva como resultado de la iniciativa del gobierno morenista por tener una instancia electoral a modo, a través de una reforma a las leyes electorales secundarias aprobadas por el Congreso de la Unión.

Resulta irónico que el inquilino de Palacio quiera volver en materia electoral a la rueda cuadrada que le garantizaba a los gobiernos post revolucionarios la hegemonía de su partido –léase PRI- y el control de los poderes Ejecutivo y Legislativo a nivel federal y estatal, para repetir ese patrón de dominación que tanto le funcionó a los gobernantes priistas hasta el 2018.

A más de tres décadas, AMLO está obsesionado con el pasado que lo vio nacer políticamente, y se aferra a la escuela añeja del priismo de seguir ese molde, de retomar las riendas electorales del INE bajo el modelo de la Comisión Federal Electoral (CFE), instancia que se instalaba formalmente en cada periodo electoral ya sea federal, estatal y municipal, bajo la tutela de la Secretaría de Gobernación.

No es casual que su discurso se centre en tener un órgano electoral temporal, similar a la CFE, que le dé sustancia a su discurso de austeridad republicana ante los suyos y frente al pueblo sabio, de tener un INE pasajero que le genere economías al erario público, a diferencia del actual aparato electoral que implica un gasto oneroso.

El discurso del “ahorro” es la mejor vendimia para defender su plan b electoral ante sus adversarios, para reiterar que su modelo garantiza el régimen democrático del país.

Con esta bandera de paladín encubre sus intereses reales, mantenerse en el poder a través de sus corcholatas.

Esta oferta tramposa significa perder lo ganado en materia electoral: Qué se tenga una democracia simulada y convenenciera.

Ante tal escenario es necesario voltear la vista atrás para retomar la fórmula de la “resistencia civil”, que se aplicó en Chihuahua en los años ochenta para exigir el respeto al voto, frente a un gobierno autoritario.

Hoy, con esa experiencia de lucha civil, se debe de convocar a la ciudadanía a que alce su voz en el Zócalo de la Capital del país y en más de 60 ciudades del territorio nacional, para defender al INE, como garante del Estado de Derecho.

México merece seguir viviendo en un régimen democrático de libertades, desde elegir a sus autoridades, hasta expresar sin cortapisas sus manifestaciones públicas.

Hoy, en un México de alternancia electoral, no se debe dar el lujo de caminar en reversa, porque es ir contra la historia del propio país.

Hoy, la mira de México debe estar en el horizonte para consolidar su vida democrática más allá de lo electoral.

El domingo 26 de febrero se escuchará en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México: “Mi Voto, está a favor del INE”.

Hoy, la Suprema Corte de la Nación tiene la disyuntiva: votar por México, o declinar a favor de un autócrata.

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Publicado en LFMOpinión.

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