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¿Se puede cambiar de partido?

os indecisos, quieren consumir sueños, más fantasías, esperanzas, mejoras en potencia, en fin vivir algún día el milagro mexicano. Es la religión del pueblo.

#TheBunkerNoticias | ¿Se puede cambiar de partido?
Por: Guillermo Dellamary
  • 13/12/2023

La pregunta tiene que ver con el anhelo de los candidatos de generar un cambio en la inclinación al voto.

Las campañas tienen el objetivo de darlos a conocer ante el electorado con el fin de sumar votos a su favor en las próximas elecciones.

Es sumar y sumar, y tratar de no restar. Pero la realidad es que los indecisos siguen siendo una gran cantidad y muchas veces incuantificables, porque un día dicen una cosa y mañana cambian de opinión, y dicen otra.

La percepción que tienen los votantes de los partidos, las ideologías o hasta de la personalidad de los candidatos cuenta mucho. Y es hasta cierto punto algo variable y sin un anclaje definitivo.

Aunque hay que reconocer que, suceda lo que suceda, los que están firmemente casados con un partido o con un modelo ideológico no van a cambiar por ningún motivo. Irán al 100% con sus ideas y nada los hará cambiar de su postura.

Los expertos dicen que ese segmento de la población no va a modificar nada, con campañas o sin ellas, su voto está definido desde ahorita. Es el llamado voto duro. Que de todas maneras, existe una mínima posibilidad de que las cosas cambien, si se descubren nuevos aspectos, falsedades, mentiras o engaños que por medio de un escándalo se conviertan en un hecho incuestionable. Lo que regularmente no sucede.

Así que el esfuerzo central sigue siendo ir por los votos de los indecisos y convencer a los que no les interesa la participación política en las urnas.

Existe también la posibilidad de que los plenamente adeptos y convencidos se pasen al bando de los abstencionistas y dejen de tener interés por ir a votar. Lo cual puede llegar a suceder y también tendría que suceder algo extraño, para que esto suceda.

La psicología de los indecisos es muy importante comprenderla, porque son personas que no suelen tener mucho interés en la política, en la participación democrática y acaban por no estar enterados de mucho de lo que sucede en el país. Pero que a la mera hora, sí están dispuestos a ir a depositar su voto el día de las elecciones.

Los líderes, si son capaces de hacer que las personas cambien su postura y, con cierta razón, las emociones de sus afectos, incluido el concepto de amor a la patria, el amor a México, pueden hacer que si se den cambios en el rumbo que hasta ahora las encuestas y las estadísticas señalan.

En el fondo del corazón y de la consciencia, sí hay una intuición de lo que es verdadero y lo que es falso, de lo que es correcto y de que no lo es. Y esa es la apuesta a la que se le debe apostar. Los indecisos pueden definir su voto si sus emociones y afectos así se lo indican.

Faltan algunos meses para las elecciones en la carrera presidencial y el modelo del amor y la unidad por México es una propuesta sensible que sí puede modificar la postura de los indiferentes.

Si el uso de la esperanza ha cautivado a tantos ingenuos mexicanos que han creído que prometer el cielo y las estrellas se va a cumplir; por qué no hacer una política basada en el amor a México, al sueño mexicano, si en todo momento los mexicanos seguimos adormilados con los cuentos que nos han venido contando los políticos de antaño y perfeccionado en la actualidad.

La malgastada tendencia de los opositores de criticar, devaluar, ridiculizar a los propietarios del poder temporal en el gobierno, no suerte efectos en la mente, porque de cualquier manera su origen y destino pertenecen al territorio de las emociones negativas, y la mente humana las rechaza por su mismo origen. Lo que es amargo, espinoso, agrio, podrido o apestoso, es algo que no gusta, aunque sea verdadero y objetivo.

Porque la mente tiene predilección por lo placentero, lo dulce, lo agradable, lo simpático, lo que hace soñar y creer en mundos mágicos y un Disneylandia político. Eso si es consumido y puede hacer cambiar la postura de los votantes.

Para promesas fantasiosas, otras iguales, los aterrizajes a la realidad cruda y amarga, no suelen ser bien vistos ni aceptados.

La política de la crítica, del garrote, del fuete, no generan frutos buenos, en cambio la miel a los odios, el aroma encantador de la magia, llena de ilusiones y utopias, son alimento consumible para el colectivo, ávido de milagros y de conquistas sobrehumanas, que, aunque nunca lleguen, son preferible al catastrofismo y las cavernas de la realidad asquerosa y brutal, que la mayoría no quieren ni voltear a ver.

Los pueblos prefieren sueños, promesas, futuros que se componen con varitas mágicas, en manos de encantadores de serpientes, prestidigitadores de la realidad, demagogos poseedores del arte del engaño.

Si queremos cambios, necesitamos jugar con la imaginación, con la fantasías, la realidad, no peca pero incomoda. Solo unos cuantos la consumen, las mayorías, especialmente los indecisos, comprarán las placenteras palabras de aliento y de mejores condiciones de vida, aunque nunca se puedan llegar a realizar.

Los indecisos, quieren consumir sueños, más fantasías, esperanzas, mejoras en potencia, en fin vivir algún día el milagro mexicano. Es la religión del pueblo.

Profetas, salvadores, mesías, líderes que inflamen el espíritu y glorifiquen la mente y no que te arrebaten las ilusiones con el garrote de la cruda realidad.


Publicado en LFMOpinión.

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