Panóptico


El dedo

Ojalá el fuego electoral en ambos países no incendie las praderas y, en cambio, el dedo apunte hacia la paz, el progreso y la justicia.

#TheBunkerNoticias | El dedo
Por: Arturo Martinez Caceres
  • 17/05/2023

En la cúpula del Hospicio Cabañas, José Clemente Orozco pintó a Prometeo y el fuego de los vivos: “El hombre en llamas”. Sabemos que el control del fuego significa históricamente la diferencia entre la vida y la muerte. Es progreso, cultura y civilización.

Según los griegos, Prometeo fue condenado a que un águila devorara sus entrañas, que crecían para repetir indefinidamente la tortura, como castigo por haber robado el fuego de los dioses para entregarlo a la humanidad.

Es el ciclo de vida, cuando el hombre aprende cómo combatir la oscuridad y el frío con el nacimiento de cada nuevo día. Por ello domina la naturaleza ya que está hecho "a imagen y semejanza" de Dios (Génesis).

En otra cúpula muy famosa, el dedo de Adán se acerca al dedo de Dios. Es la busqueda del soplo divino en el nacimiento de la humanidad.

Se dice también que Diógenes, el de la linterna, elevó su dedo medio en señal de reprobación ante el discurso de un político charlatán.

Este gesto pronto se convirtió en una ofensa fálica.

Entre los romanos el dígitus impudicus es la vergonzosa, indecente y muy conocida señal de referencia.

Estirando el pajarito o te arrimo el pajarraco es según Tacitus, historiador romano, muestra de vulgar protesta por las condiciones de la tropa en su avance hacia los bárbaros.

Asimismo, es deseo de que el futuro será victorioso si acaso en las batallas se ponen además de armas y estrategia, los genitales por delante, lo que significa valor y fuerza, cualidades masculinas por definición, señales de dominación y sometimiento.

El dedo se usa entre otras muchas actividades para señalar, para escribir en la arena y en el aire. De hecho, un hueso, una rama, una pluma, un lápiz son instrumentos de prolongación del dedo. Cada uno es un artilugio poético si el talento y la inspiración prevalecen.

Cuando el dedo recorre tu cuerpo asciende al paraíso.

También el dedo hiere y mata cuando aprieta el gatillo.

En la contienda política el dedo es el elector. Señala al afortunado. Es práctica común y generalizada en nuestro país desde tiempos inmemoriales. Sirve para distribuir ganancias, fortunas y confirmar uniones y matrimonios.

Señala también a quién irremediablemente perderá todo.

Marca al criminal, al cornudo, al enfermo, al diferente.

A propósito, va un repaso rápido desde el 68 a la fecha.

Después de la crisis estudiantil que cimbró al país, se eligió a quien fuera el más discreto hasta entonces, al supuestamente más leal.

Por supuesto dejó de serlo al minuto de su nominación por el entonces partidazo con la cargada en acción.

Después de Echeverría, el dedo señaló al amigo López Portillo, exmaestro universitario, buen lector y hombre culto, quien eligió por contraste a un mediocre que haría una administración gris gris. Baste recordar que Miguel de la Madrid se escondió durante la debacle del sismo del 85.

El desmantelamiento del Estado obeso continuó en su tiempo con Salinas de Gortari al mando, señalado por el dedo elector de quien se dice que más tarde se arrepintiera.

Salinas completó la privatización, endeudó al país y lo incorporó a la modernidad estadounidense, como única ruta de progreso.

Los negocios privados con recursos públicos fueron la panacea para los privilegiados negociantes. Aún hoy sabemos que el poderoso exjefe de asesores sigue usufructuando ventajas en la producción de energías, junto a socios españoles e hijos de la corrupción del señor X.

La tensa situación en el país y el dedo elector de Salinas, obligaron a elegir a Colosio, después que se declarara con bombo y platillo, que el grupo en el poder hubiera tardado en llegar, pero estaría ahí cuando menos otros 25 años más.

Como se sabe, en Tijuana fue asesinado Luis Donaldo, en un crimen no aclarado del todo.

Zedillo entró al relevo y metió al hermano incómodo a la cárcel, además de continuar la privatización y el adelgazamiento del Estado. Más con menos se hizo viral. Quien mandaba ya no era el partidazo.

En un ejercicio democrático inédito, el dedo zedillesco eligió aún con el truco de manita de puerco a Vicente Fox, quien se acostumbró a usar orejas de burro, gobernó al país como si fuera una miscelánea familiar y junto con Martita tiró a la basura la esperanza de mejoría con cambio más allá de su rancho San Cristóbal.

La debacle siguió con la nominación del belicoso panista Calderón. El dedo foxista era entonces tan débil que el gran elector fue marginado por el Partido Acción Nacional (PAN), que despreció a Creel, el verdadero candidato de Los Pinos.

Entonces el Estado había sido ya herido a diestra y siniestra, en educación, salud, seguridad, relaciones con el exterior, altos precios, devaluaciones y aparición de violencia generalizada.

A tal grado que, al fallecer en un avionazo, tampoco suficientemente aclarado, el candidato preferido del panista desobediente, Televisa y sus aliados asumieron el papel de dedo elector. El vacío en el poder siempre se llena, aunque a veces con otro vacío.

La moderna propaganda televisiva hizo otro capítulo de telenovela y se presentó al joven Peña y a La Gaviota como la pareja salvadora del desastre nacional.

El licenciado Peña, como le llama el famoso pejepresidente, sumó su limitada destreza al desastre de entonces, con millones de pobres, caída en el ingreso familiar y La Casa Blanca, por ejemplo. Más negocios privados con recursos públicos.

Entonces fue imposible instrumentar el fraude recurrente y el dedo elector, más el hartazgo social, eligió al actual famoso pejepresidente, quien aún sigue escribiendo su historia con buena voluntad, éxitos, rechiflas, tachones y borrones.

Ciertamente, a lo largo de la Historia, hemos confirmado que es muy difícil gobernar al indómito pueblo mexicano desde Tijuana a Yucatán.

Hoy en día, en el intento de hacer prevalecer un nuevo panorama en el proceso de elección, el gran dedo elector morenista ha reducido a los candidatos y candidata con el despreciable apelativo de corcholatas, sólo para subrayar quién en realidad manda.

Se ha adelantado la contienda y sustituido el dedo por encuestas, lo que, en realidad en consideración al verdadero poder del elector, será probablemente lo mismo.

¿Quién lo sustituirá?

Claudia es su imagen y semejanza o cuando menos eso aparenta querer y aspirar ella.

Marcelo está ubicado más en el centro, menos radical si se quiere. Más benevolente con la oposición.

Adán insiste en ser institucional y es el paisano de raíces comunes y quien mejor garantiza en teoría la continuidad.

De los otros partidos, unidos o dispersos… no se hace uno, ni otro, ni una, ni otra. Tendrán que poner sus barbas a remojar y esperar otro sexenio en la oposición.

Y tal vez, seguir apostando a la sociedad con los profesionales de la manipulación informativa y en contar con el financiamiento y el aplauso de los grupos más reaccionarios de los EUA.

Hay que considerar por esta ocasión que el dedo elector pudiera afinar la estrategia para considerar en forma paralela y preeminente lo que ocurre en los EUA, donde se ven tormentas con rayos y centellas entre republicanos y demócratas en contra de México, sus autoridades, su fuerza laboral de migrantes y los carteles criminales de exportación de drogas a quienes se culpa, como de costumbre, de todas sus necesidades, miserias y pecados.

Ojalá el fuego electoral en ambos países no incendie las praderas y, en cambio, el dedo apunte hacia la paz, el progreso y la justicia.

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