Gerardo Conde
Entrelazando
Colaborador

El inquilino de Palacio utiliza la sonrisa socarrona como sinónimo de predominio para recordarle a la audiencia, al pueblo sabio y a sus seguidores, qué él es el “jefe” y, por tanto, decide el presente del país.

Bajo esa óptica no permite deslices de ninguna naturaleza; pero cuando alguien se atreve a desafiarlo, primero lo descalifica y luego expresa que fue su voluntad que lo retara.

Ejemplo de ello es la presidenta de la Corte, quien tuvo la osadía de no respetar el ritual del poder, es decir, no pararse en el momento de la llegada del representante del poder Ejecutivo al del Teatro de la República y mostrar insubordinación.

Obligando al inquilino de Palacio a expresar en la mañanera que la llegada de la Ministra Norma Piña a la presidencia de la Corte fue bajo su “bendición”, para restarle autoridad moral.

Con esa actitud mostró una vez más su intolerancia a aceptar personajes con personalidad propia, que lo contradigan, que lo exhiban y lo cuestionen.

Como candidato y como titular del poder Ejecutivo, sus acompañantes deben mostrar como prerrequisitos: sumisión y devoción por el “jefe”, lo que implica, nulo profesionalismo.

No es casual que a lo largo de su administración aplauda el acatamiento ciego y premie la pleitesía.

Pero en esta regla hay excepciones, no todos son floreros, porque hace uso de personajes para ejercer su poder de autócrata, para intimidar y denostar a sus adversarios, al utilizar al Secretario de Gobernación para sacar a flote su famoso plan “B” electoral, frente al Congreso de la Unión y ante la Corte.

Pero en esa perspectiva de dominar el escenario público todos los días a través de las mañaneras, para hablar siempre de lugares comunes y de frases desgastadas, en el fondo hay una finalidad, dar lugar a su locución: “hablando en plata”, que le dé la jerarquía ante sus pares: el legislativo y el judicial, para imponer su agenda propia y le permita, sólo a él, ser nota en los medios.

Para el inquilino de Palacio el “yoyo” es básico como estilo de gobierno, aunque se tropiece con su propia lengua.

No importa tartamudear cuando el tema no lo domina, para él es una insignificancia, lo trascendente es imponer su ley.

Pero esa lógica de poder unipersonal le valió el primer trienio, donde hizo y deshizo al tener el control del Congreso de la Unión, un presidente del poder Judicial obsequioso y una ciudadanía más de opinión que de acción por manifestar su descontento.

Este segundo tramo ha tenido un giro de 360 grados, al enfrentarse al “NO”, es decir, se ha enfrentado a la pared de la realidad, desde perder la mayoría calificada en la Cámara de diputados, hasta perder influencia en la Corte con la llegada de la Ministra Norma Piña y hacerse el “chistoso” frente a sus seguidores para que no le pegue a su investidura presidencial la insolencia de la Ministra Piña y, como cereza de pastel, enfrentar una ciudadanía arropada en la sociedad civil dispuesta a defender el Estado de Derecho que debe imperar en un régimen constitucional.

En este escenario de contrapesos públicos y sociales, la estrategia del inquilino de Palacio para salir avante frente a su pueblo sabio es volver a retomar la imagen dual de gladiador-víctima que le de color a su locución: “hablando en plata”, de acuerdo a la circunstancia que se le presente, para confrontar a sus opositores. Ya se verá.

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Publicado en LFMOpinión.

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