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Cómo no

¿Por qué no? ¿Por qué habría de funcionar si estamos viendo que no funciona? ¿Por qué volver a buscar un salvador en vez de diseñar un futuro de país? ¿Por qué hablar con los dirigentes de los partidos y no con los ciudadanos?

#TheBunkerNoticias | Cómo no
Por: Luis Farias Mackey
  • 19/12/2022

Vi ayer la entrevista colectiva de Café Milenio a Dante Delgado. Me sorprendió la insistencia de los entrevistadores en insistir en un nombre, una alianza —la que fuese— y en una urgencia.

Entiendo su enfoque noticioso, pero es precisamente la centralidad del quién, con quiénes y el cuándo lo que debiéramos de estar cuestionándonos.

En eso Delgado tiene razón: tenemos un ADN priísta que nubla y condiciona todo nuestro actuar.

Primero el quién: “Quién es el gallo de MC”, preguntaban; “nombres”, le inquirían. Como si el problema del país fuese encontrar un hombre y una mujer. Tal es la tara priísta, porque al buscar al hombre o la mujer idóneos, la relación política es para con él/ella, al que hay que contactar, agradar, cortejar es a él/ella. Estamos ante una relación individualizada y personal con el poder, como bien lo hicieron ver todos los mexicanólogos: no es una relación plural de ciudadanos en acción común, es mi relación con el tlatoani de ocasión. Nuestro punto de interés ya no es la Nación, las personas que en ella habitan y su bienestar, sino el humor, los gustos, las debilidades, las fortalezas, las ocurrencias, las dádivas y las locuras de él/ella.

Con quien hay que congraciarse es con él/ella, todo gira a su alrededor. Como en el Café Milenio que narro el tema la persona y no México.

La persona desplaza a lo público. La conversación y la agenda es la persona y no la nación, sus gentes, sus problemas, sus soluciones.

En lugar de relacionarnos entre nosotros sobre nosotros, por nosotros y para nosotros, todo gira en torno al nuevo iluminado, tlatoani o mesías. La soberanía inmanente en el pueblo le es entregada a un sujeto que no terminamos de aprender que más que adorarlo debemos sujetarlo a las leyes e instituciones. Entender y hacerle entender que no llega como salvador, sino como responsable política, ética y jurídicamente.

En lugar de ello, todo es boato en el juego de vestir de gala al nuevo rey o reina desnudos y empoderar enanos del tapanco, las más de las veces, enjambre de contradicciones, vicios y complejos, cuando no locuras.

Finalmente sobre el quién: cuando se busca a un salvador se encuentra a una persona; cuando se busca un sueño de país se construye una sociedad política y un gobierno plural, es decir, un modelo o perfil de poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial: multiplicidad de personas con perfiles diversos, no un individuo desmandado en su laberinto.

La otra tara es con quiénes. “Ya no hay tiempo para pensar en un programa”, le decían a Dante Delgado, lo importante es ya decidirse por una alianza con quien sea y sin más propósito que aliarse. Me pareció encontrar en Delgado aquiescencia a una posible alianza siempre y cuando se tenga muy claro para qué, antes con quiénes y nuevas reglas que no condenen a los aliados a las viejas taras, vicios y podredumbres de las oligarquías de un sistema de partidos en crisis y rebasado. Un dato que debió haber hecho valer el senador Delgado ante sus entrevistadores es que MC es el único partido hoy en México que no presenta a su interior crisis múltiples e irresolubles. Habrá que estar atentos y ver cómo puede armarse un arreglo que evite que una posible alianza pluripartidista no sea otra cosa que la suma de todos los infiernos internos de nuestros partidos y de sus dirigentes. Cómo hacerlo sería un tema previo a discutir.

Finalmente, el cuándo: “Ya no hay tiempo”, “las corcholatas van muy adelantadas”. ¿No hay tiempo? La elección es el 24, los procesos internos para seleccionar candidatos son hasta principios de ese año. Tiempo hay, al menos para México. A quien se le acaba el tiempo es a López Obrador quien, ante el fracaso de su gobierno, se guareció tras la pantalla de las corcholatas. Todo buen estratega debe escoger su terreno y tiempo, no caer en los de su adversario. Para mi el tiempo juega en contra de AMLO, no a favor. Para principios del 24 sus corcholatas estarán sobreexpuestas, desgastadas —política y económicamente— y habrá un hartazgo ciudadano mayúsculo para con sus personas, desfiguros, pleitos y presencias. Ello sin contar el desgaste que ellos mismos se causan con sus diferencias tribales y salvajes.

Por otro lado, seguirle el juego a AMLO no le ha significado mayor avance o posicionamiento efectivo a quienes ya andan también en campaña adelantada, bajo el arte del quién y no del qué.

Finalmente me llamó la atención algo que dijo el Senador a sus anfitriones: “hay que ser disrruptivos”. Todas las preguntas que le hicieron fueron lanzadas bajo el uso y la costumbre, bajo el manto de lo conocido y trillado. Es que si no se hace así —persona, alianza por alianza misma y tiempos— no va a funcionar.

¿Por qué no? ¿Por qué habría de funcionar si estamos viendo que no funciona? ¿Por qué volver a buscar un salvador en vez de diseñar un futuro de país? ¿Por qué hablar con los dirigentes de los partidos y no con los ciudadanos? ¿Por qué hablar y no escuchar? ¿Por qué ahorita y así, y no cuándo sea más propicio y de otra manera? ¿Cómo cambiar haciendo los mismo? ¿Por qué no pensar afuera de la caja?

El gran periodismo y filosofía está en lo que se pregunta. ¿Por qué no preguntar por lo que aún no existe? Por cómo pudiera ser lo que hoy no es. ¿Por qué no soñar infinitos? ¿Cómo hacerlo diferente?

Finalmente concluyo que la marcha del 27 y la versión B de la reforma electorera no son otra cosa que demostraciones desesperadas de fuerza que hablan más de debilidad y miedo que de fortaleza y seguridad.




Publicado en LFMOpinión.

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