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Inhibir

Para el inquilino de Palacio es vital en tiempos sucesorios la presencia del Ejército en los espacios públicos, como una medida de poder y de chantaje en su momento.

#TheBunkerNoticias | Inhibir
Por: Redacción
  • 27/09/2022

Gerardo Conde
Entrelazando




Ante el cambio de opinión del inquilino de Palacio respecto a la permanencia y presencia en las calles del Ejército en labores de Seguridad Pública, se ha generado un debate en el Congreso de la Unión al contrapuntear a la Cámara Baja con la Cámara Alta.

Pero, en esta discusión pública también se ha avivado a los colectivos de la sociedad civil que se oponen a que el Ejército siga haciendo tareas que constitucionalmente no les corresponden, haciendo un frente común para convocar a la ciudadanía a que manifieste su rechazo a la propuesta del tabasqueño.

La marcha del domingo 25 de octubre es el mejor ejemplo de ello.

Este impasse legislativo tuvo sus particularidades, por un lado, la dramatización del Senador Monreal por hacer su tarea; ni su elocuencia ni su gesticulación coadyuvaron para alcanzar los votos necesarios, no le quedó más remedio que subirse al guión del grupo opositor y recular en su postura original, para seguir vivo en el ánimo de su jefe.

Pero para el inquilino de Palacio la actuación de Monreal no lo convenció para que su plan de militarización siga vigente.

A tal grado que puso en la mañanera la opción de realizar una encuesta de opinión vía la Secretaría de Gobernación para que el pueblo se exprese y sea éste el que decida la permanencia y el tiempo del Ejército en las calles del país.

Esta medida de presión pública hacía el Senado tiene un doble destinatario.

Poner en evidencia al grupo opositor como medida intimidatoria para que lo piensen dos veces antes de emitir su voto, al fracasar las acciones de coacción de toda índole por parte de su operador político y consentido, el Secretario de Gobernación.

Y alertar al senador Monreal que se debe aplicar más allá de su aspaviento teatral para convencer a la “buena” al grupo opositor de senadores, si quiere seguir jugando al “rebelde” para darle color a la sucesión presidencial adelantada.

Para el inquilino de Palacio es vital en tiempos sucesorios la presencia del Ejército en los espacios públicos, como una medida de poder y de chantaje en su momento.

En otras palabras, al inquilino de Palacio le interesa seguir mostrando que su estrategia de “abrazos y no balazos” es viable en sus huestes y seguidores, aunque sus opositores digan lo contrario, ergo, Jorge Ramos en su interpelación en la mañanera.

En el fondo busca allanar el camino del 2024 en caso necesario, es decir, delegar en la resonancia de la bota el poder militar para inhibir la libre expresión de la ciudadanía en su ejercicio del voto, a fin de que su voto clientelar sea el único que se manifieste en las urnas.

Es una medida perversa para mantenerse en el poder bajo el brazo militar ante unas corcholatas desteñidas que no convencen ni a sus familiares.

No es casual la necedad del inquilino de Palacio por darle un matiz de legalidad a la presencia del Ejército en las calles, para engañar con la verdad y seguir estableciendo su propia ley, por encima del Estado de Derecho no importando la “dignidad” de sus partidarios.

Sabe que el tiempo se le agota, de ahí su urgencia para que el Congreso de la Unión apruebe su iniciativa de seguridad pública en este período legislativo y le dé la certificación que tanto añora, garantizar su proyecto transexenal vestido de seguridad pública.

Hasta ahorita el grupo opositor en el Senado no ha comprado la oferta de vendimia del inquilino de Palacio, su postura pública lo demuestra, al apoyarse en una máxima en su quehacer legislativo: “lo que resiste, apoya”.

Al tiempo.

E-mail: conde_consultor@live.com.mx

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