Enrique Alanis
Experto internacional
Colaborador invitado

Mientras la diversidad de crisis globales y diferencias entre potencias dominan en medios, algunos especialistas analizan paralelismos de la historia, donde distintas crisis derivaron también en oportunidades para nuevamente establecer las bases de crecimiento, desarrollo, relativa estabilidad y ausencia de un conflicto global armado. Dichos especialistas argumentan que la tensión entre potencias globales persistirá, inclusive con mayor frecuencia e intensidad, y poniendo a prueba las capacidades y fortalezas de los adversarios.

Por otra parte, se mencionan distintos aspectos para los cuales las crisis son útiles. Revelan las intenciones de los adversarios, lo cual facilita tener mayor certidumbre en las acciones y decisiones, así como también, permiten identificar fortalezas y debilidades de las partes involucradas. Aceleran la implementación de iniciativas e inversiones que, en otras condiciones, no hubieran sucedido o tomarían mayor tiempo pare ejecutarse debido a diferencias políticas internas.

Las crisis también promueven o derivan en la formación de bloques y coaliciones de países y poderes fácticos con intereses en común. Entre los ejemplos referidos por analistas, se menciona el surgimiento en 1947 de la “Doctrina Truman” de EUA, la cual tenía como objetivo contener la expansión geopolítica de la entonces Unión Soviética durante la Guerra Fría, y para ello destinó recursos económicos y militares a disposición de países en riesgo, lo cual se convirtió en la base doctrinal de la política exterior estadounidense, a la que posteriormente otros países se aliaron.


Mi análisis y prospectiva:

Actualmente, las crisis servirán también para detonar la restructuración, fortalecimiento, evolución o creación de los principales organismos internacionales. Por ejemplo, la crisis derivada de la pandemia puso en evidencia la falta de coordinación internacional, dejando lecciones valiosas para enfrentar futuras dificultades, como las que se están ahora enfrentando en temas de energéticos (e.g. precio del gas y petróleo), bélicos (e.g. conflicto Rusia vs. Ucrania, diferencias entre EUA y China), y económicos (e.g. inflación, escasez de alimentos).

Existirán al menos tres plataformas en las cuales las grandes potencias competirán por liderazgo y hegemonía. La primera plataforma es la económica. La rivalidad más clara e inmediata se pronostica entre el programa de infraestructura global de China, Belt and Road, y el Partnership for Global Infrastructure and Investment (Acuerdo para Infraestructura e Inversión Global) anunciado recientemente por el grupo de países que conforman el G7, donde EUA mantiene el liderazgo. Por medio de estos programas, las potencias procurarán reforzar las relaciones comerciales de largo plazo con otros países a través de grandes proyectos de infraestructura, es decir, competirán en persuadir y mejorar el desarrollo de economías en desarrollo y emergentes.

Una segunda plataforma será la militar. En este aspecto, es claro identificar a la OTAN como el principal mecanismo de EUA y aliados para coordinar sus objetivos y defensa. Sin embargo, aún no existe una contraparte de países organizados con la misma magnitud de alcance, miembros y coordinación, por lo tanto, no se descarta que, por ejemplo, China, como represalia a las recientes diferencias con EUA, busque conformar con mayor formalidad y presupuesto, un grupo de países con objetivos de defensa en común.

Finalmente, otra plataforma será la política, donde lo más conveniente para todas las naciones, sería que la ONU continuará siendo el único foro legitimado por todos los países, para debate y solución de diferencias. En cualquier escenario, las grandes potencias tendrán que invertir recursos y voluntad para mantener la estabilidad global, pues a ninguna potencia le conviene afectar su paz, economía y sociedad.

Publicado en LFMOpinión.

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