Espiral


Industria cultural: mercado del alma

La comunicación como instrumento de la democracia.

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Por: Francisco Cirigo
  • 21/08/2022

Los medios de comunicación comienzan a considerarse como los nuevos instrumentos de la democracia moderna, ya que representan un papel importante en la regulación de la sociedad, por su carácter de reproducción de valores del sistema. Los alemanes Max Horkheimer y Friedrich Pollock fundan el Instituto de Investigaciones sociales, con el fin de ser la primera institución alemana de investigaciones orientadas abiertamente a la economía capitalista y la historia del movimiento obrero, dicha institución cambia de cede debido a la toma de poder de Hitler y al despido de todos los miembros fundadores judíos, por lo que son recibidos por la Universidad de Columbia, en Estados Unidos.

A partir de este momento es que el también alemán Theodor Adorno y el austriaco Paul Lazarsfeld realizan una investigación sobre los efectos culturales de los programas musicales en la radio, el cual culminó en un rotundo fracaso a finales de 1939.

Adorno criticaba el rango de la música y denunciaba lo que llamaba "felicidad fraudulenta del arte afirmativo", es decir, un arte integrado en el sistema. Adorno y Horkheimer posteriormente crean el concepto de "industria cultural", analizando la producción industrial de los bienes culturales como mercancía. Los productos culturales como las películas, los programas radiofónicos o las revistas, manifiestan la misma racionalidad técnica y el mismo esquema organizacional que la fabricación de coches en serie. La industria cultural proporciona en todas partes bienes estandarizados, por lo que fija la quiebra de la cultura, su devenir en mercancía.

El hombre unidimensional de Herbert Marcuse es su obra cumbre y en este texto es donde se critica a la cultura y la civilización burguesa, pretendiendo desenmascarar las nuevas formas de la dominación política, que se esconde bajo la apariencia de racionalidad de un mundo cada vez más conformado por la tecnología y la ciencia y refleja a una sociedad que, en lugar de liberar al individuo, lo sojuzga.

Tiempo después, el estructuralismo extendería la hipótesis de una escuela lingüística apta para otras disciplinas de las ciencias humanas, teniendo a Ferdinand de Saussure como fundador de los métodos de esta teoría. Para Saussure la lengua es una institución social, mientras que la palabra es un acto individual. Pero en cuanto la institución social, la lengua es un sistema organizado de signos que expresan ideas, o sea que representan el aspecto codificado del lenguaje. Él planteaba esta disciplina con el fin de poder crear una ciencia general de todos los lenguajes, de todos los signos sociales, buscando concebir una ciencia que estudiara la vida de los signos en el centro de la vida social.

Roland Barthes retoma estas ideas y define que la semiología tiene como objeto todo sistema de signos, cualquiera que sea su sustancia, cual quiera que sean sus límites: las imágenes, los gestos, los sonidos melódicos, los objetos y los complejos de estas sustancias que se encuentran en ritos, protocolos, o espectáculos constituyen, si no "lenguajes", sí al menos sistemas de significación.

En los años sesenta surge la corriente conocida bajo el nombre de "Cultural Studies", teniendo como su fuente los estudios de crítica literaria de Frank Raymond Leavis, pretendiendo ser un alegato a favor de la protección de los alumnos contra la cultura comercial. La idea de Leavis consiste en que el desarrollo del capitalismo industrial y sus expresiones culturales tienen un efecto pernicioso en las distintas formas de la cultura tradicional, tanto la del pueblo como la de la élite.

En el año de 1964 se funda en la Universidad de Birmingham el Centre of Contemporary Cultural Studies, centro de estudios doctorales sobre las formas, las prácticas y las instituciones culturales y sus relaciones con la sociedad y las instituciones culturales, así como con la sociedad y el cambio social. El centro de Birmingham reconoce su idea fundadora en las obras de Hoggart, Williams y el historiador Edward P. Thompson.

Stuart Hall enfoca el proceso de comunicación televisual en cuatro momentos claros; producción, circulación, distribución-consumo y reproducción. Estas se relacionan por medio del poder institucional pero cada una tiene sus propias modalidades y formas y condiciones de existencia. En cuanto a la audiencia, el análisis de S. Hall define tres tipos de descodificación: dominante, de oposición y negociada. El primero corresponde a los puntos de vista hegemónicos que aparecen como naturales, legítimos, inevitables, el sentido común de un orden social y de un universo profesional. El segundo interpreta el mensaje a partir de otro marco de referencia, de una visión del mundo contraía.

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