Panóptico


Tiempo de recular

El eterno devenir de la vida y sus contradicciones; avanzamos, pero reculamos.

#TheBunkerNoticias | Tiempo de recular
Por: Arturo Martinez Caceres
  • 29/06/2022

Hará unos cuantos años, cuando recibimos eufóricos el nuevo siglo, la mayoría de datos y pronósticos futuristas subrayaron la certidumbre de que el siglo XXI, pudiera ser de buenos augurios, tiempo de progreso ejemplar y consolidación de la civilización y la cultura, tiempo de sanación y cicatrización de las heridas infringidas al globo terráqueo azul que llamamos nuestra casa. La Tierra.

Todos nosotros, que tenemos en alta estima celebraciones y el calendario cubierto de fechas que recordar, sabemos que nunca nos falta pretexto alguno para festejar, cuantimás el arribo del nuevo día del nuevo año del nuevo siglo.

Casi por arte de magia, consideramos que nuestro caminar hacia el futuro, orgullosos de nuestro presente, sería sin significativos nubarrones en el horizonte. Muchos pensaron "¡por fin!"

Lo merecemos. ¡Las plegarias pagan algún día… qué mejor que en el nuevo siglo!

Otros, los aguafiestas, levantaron banderas de alerta, reconocibles pero insignificantes, avasalladas por la alegría y el optimismo.

Sin embargo, parece que en el ADN de la historia de la humanidad está grabado lo inevitable de la fragilidad de la perversidad social cuando nos consideramos superiores.

Así, por ejemplo, entre los griegos, Cronos es el dios del tiempo cuantitativo, el tiempo de los relojes y calendarios y Kairós es el dios de lo vivido, de instantes que permanecen en nuestra memoria, de los momentos de recordación y enseñanza.

Jano, entre los romanos, es el dios bifronte, el de las dos caras. Simboliza el devenir de la vida. Comienzo y transición, en su honor es el primer mes del año: —januarius— enero. Es acierto y error.

Es la bienaventuranza y la debacle tan cerca y tan lejos.

Es el mismo inefable tiempo quien enseña, determina la velocidad y la ruta del cambio. Un paso adelante, dos para atrás.

Jamás imaginamos en la pandemia su magnitud y efectos. Los millones de contagios y muertes. Las olas varias de infección, los hospitales con áreas de aislamiento, camas para intubados, adioses a distancia, falta de medicinas y vacunas. Vacunación generalizada para contener contagios y enfermedad. Rechazo de algunos a usar cubrebocas, incluso a cuidarse, incluso a vacunarse por preeminencia de ignorancia o tabúes religiosos, comunitarios y regionales. La desesperante espera y el aislamiento. El repunte de enfermedades mentales. La depresión. La noia. La desesperanza.

Jamás consideramos próxima una nueva guerra en Europa. La invasión rusa a Ucrania, la diáspora de mujeres y niños, el dolor, la destrucción y la muerte y su continuación quién sabe hasta cuándo. Como desde septiembre del 39, la enajenación de la fuerza por dominar y subyugar. Y a contrario sensu, la continua lucha por la libertad, como hace siglos.

Tampoco pensamos en México llegar a contar a diario tantos y tantos homicidios ligados al narcotráfico, la cadena de crímenes asociados, muchas poblaciones secuestradas bajo la ley de la selva. Son alrededor de 125 mil los fallecidos en esta administración, más los que se acumulen esta semana.

Unos y otros se solazan discutiendo si los muertos son más que en tiempos de Calderón o si los números muestran un crecimiento marginal menor o una mínima reducción desde el principio.

La verdad es que una sola víctima dice lo urgente que es llevar al cabo las mejores estrategias posibles para evitar la matanza, además de reducir la pobreza y apoyar con becas a los jóvenes.

Urgentemente se requiere reforzar y replantear la estrategia de la lucha contra los crímenes ligados al narco, comunidad por comunidad.

Por más que se defienda desde las mañaneras el último bastión de esperanza. no es suficiente el apotegma conocido de ‘abrazos no balazos’ y, mucho menos, la declaración de guerra de ‘remátalos en caliente’, de las administraciones anteriores.

A corto plazo hay que establecer objetivos y metas para que la presencia de la Guardia Nacional con sus 100 mil efectivos, el ejército y la marina, más policías estatales y municipales, apacigüen las zonas calientes.

De otra manera seguirán en aumento las tragedias.

¿Cuántos más jesuitas sacrificados se necesitan para frenar la violencia y el abuso en la Tarahumara… y en el resto del país?

Es la vida moderna del nuevo siglo tan cercana a la muerte, donde en todos lados se cuecen habas.

En la Suprema Corte estadounidense, de magistrados vitalicios nunca votados y jamás elegidos por el pueblo, se atreven seis a apoyar el dictamen de Alito, que en el nombre lleva la penitencia, como el inefable presidente del PRI, para cancelar la famosa Roe vs. Wade que aseguraba la posibilidad de las mujeres a elegir. Es la negación de avances con respecto a la igualdad entre hombres y mujeres y significa un gigantesco paso hacia atrás, al pasado. A recular se ha dicho.

Casi al mismo tiempo, la misma Suprema Corte, confirmó el derecho de todo ciudadano estadounidense a portar armas en público. Es la sociedad de las amenazas, el miedo y la temeridad social, mientras se multiplican las matanzas a niños y muchos otros inocentes. La violencia y el cinismo.

Como dijera el sabio: Eppur si muove. Mientras los grupos religiosos aplauden y festejan de la mano de los republicanos las vergonzosas enmiendas. Ahora será decisión de cada uno de los Estados de la Unión legislar según su interés.

De inmediato alrededor de 27 de ellos, empezando por Misuri, prohibieron las prácticas sanitarias hospitalarias para atender a mujeres embarazadas que quisieran abortar. Otro retroceso a la sanidad, a la higiene, a la vida de mujeres gestantes.

En California, Oregon y Washington, así como Nueva York, entre otros estados liberales, se ha decidido mandar a volar al tal Alito y secuaces y fortalecer el sistema de apoyo, atención médica e higiene para evitar la muerte de mujeres, generalmente las más pobres, que requieren mayor educación, oportunidades y modernas medicinas de contracepción y solución a embarazos no deseados.

Ciertamente las últimas decisiones de la Suprema Corte son una escandalosa muestra de controversia y retroceso social en el país de las libertades.

A recular es el apotegma, cuando menos hasta noviembre, cuando iremos a las urnas otra vez, con un Partido Demócrata manifiestamente debilitado.

Y un Partido Republicano que dice tener de su lado a Dios, siempre a su lado, como pensaron los poderosos clérigos en la Edad Media, sobre la verdad absoluta, en torno a la iglesia: "Si no obedecen irán todos al infierno".

En el octavo círculo, el de los fraudulentos, los esperará Trump con corbata roja y una sonrisa forzada, ha cumplido su promesa, cancelar la Libertad sobre los derechos reproductivos de millones de mujeres, sobre su propio cuerpo.


Publicado en LFMOpinión.

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