Panóptico


No hay redentor sin feligreses

Hay en toda religión mucho de psicología.

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Por: Luis Farias Mackey
  • 08/06/2022

El problema del redentor son las cadenas. Para él, lo mejor son los propósitos de vida, siempre que sean los suyos.

Todo credo es dejar de existir en la tolerancia. Porque la intolerancia es una exigencia existencial que obliga a sus fieles, urgidos de una verdad absoluta que no admita duda. prohibido dudar. Prohibido dudar.

Pero lo que hace al redentor es el necesitado de redención, urgido de certidumbres empacadas, sin dolor y compartidas. El redimido quiere discernir, le apremia creer lo que sea, siempre que se lo diga una autoridad y lo acepta por una reconfortante mayoría en la que se sienta seguro: una iglesia, sea religiosa, política, filosófica u de cualquier otro tipo. Poco importa lo absurdo, temerario y demencial que sea o suene lo dictado desde el púlpito, lo importante es la autoridad redentora y el balar apaciguador del rebaño.

De ahí el papel adormecedor del sacerdote —religioso, político, económico o deportista—, generador de paz, creencia, confianza y verdad. “La oveja, dice Jung, espera que el pastor le proporcione abundantes pasto”.

No puede resultar más paradójico, mientras más sosiegue el redentor, más autoritario debe ser su sosiego autoritario. En su intolerancia funda su paz, por más violenta que resulte.

Por eso el problema es para los hombres que no comulgan con piedras de molinos; que dudan, que crean, que piensan, que no buscan paz y conformidad, ni creen en verdades inamovibles; hombres para los que las iglesias son cárceles. Para los que las creencias son infiernos que se deben tragar sin hacer gestos.

Hay en todo esto, sin embargo, una gran carga psicoterapeuta: el redentor construye un establo en el que debe repartir paz en el papel de carcelero y la careta de liberador. Un hospital donde los miedos y demonios se alimenten sin llevarlos al extremo hasta producir una adicción universal de enfermos encarcelados, pacificados y mantenidos.

Toda iglesia no busca la superación de sus fieles, porque sería despertar en ellos las dudas y la sed de pensamiento. Por tanto, crean dogmas cuidadosamente elaborados para causar efectos en el inconsciente individual y social de su feligresía. Las religiones, dice Jung, tienen mucho de psicología. Lo cual es aplicable con mayor razón en las religiones políticas, tipo Hitler, Stalin, o lopezobradorista. No importa las contradicciones en que caigan, mientras generen en el inconsciente de sus fieles la paz y el sosiego de Nirvana.

Por eso, dice Nietzsche “¡En cadenas de falsos valores y de palabras necias! ¡Ay, si alguien los redimiese de su redentor!”

Pero la redención es paz y conformidad, la mayoría de los hombres se ven perdidos fuera del rebaño: hay que aprender a alimentarse por uno mismo, no hay una madre protectora que nos dé de comer en la boca, ni la seguridad que proveen los muros de la iglesia, ni verdades dictadas que zanjen todas las dudas. En la iglesia —también en la de naturaleza política— comulgamos comunitariamente en una comunión que nos hermana y transfigura en otros: mejores, seguros en nuestras celdas, sin dudas, de la mano que nos guía y protege como en el seno materno.

Contra los otros, los apostatas que ponen en riesgo nuestra seguridad y paz, solo cabe la hoguera inquisitorial, el paredón de los traidores, el Gulag o los campos de concentración. Leo a Woldenberg (Dan Miedo, El Universal) y coincido con él, pero la historia se repite, solo cambian los pastores, no el rebaño.

Pero, dice Nietzsche: “el espíritu de esos redentores estaba hecho de huecos; pero en cada hueco tenía colocada una mentira, su tapahuecos, al que llamaban Dios”. Y hasta parece que habla de las mañaneras, pobladas de huecos y de mentiras, tapadas todas por la figura del redentor. De allí su omnipresencia psicoterapéutica para calmar al rebaño día a día ante las amenazas de una realidad que lucha por hacer pensar y dudar a la gente, que clama por verdades reveladas y no certezas deducidas.

Las redes han potencializado el sermón redentor masificando su terapia, mentiras y tapahuecos.

Pero, bueno, si es usted de los que busca paz en lugar de duda, confort en lugar de creación, destete en lugar de vientre materno, no tendrá problema. Duerma en paz.


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