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Narcocanibalismo en México

Instrumento de terrorismo y lealtad.

#TheBunkerNoticias | Narcocanibalismo en México
Por: Redacción
  • 02/06/2022

Canibalismo en competencia. Lo que nos faltaba.

Claudio Lomnitz, antropólogo, denuncia un auge de canibalismo en México como forma de sellar lealtades dentro de los grupos criminales.

Como parte de su ciclo de conferencias en el Colegio Nacional, le preguntan a Lomnitz: “Entendemos que estará hablando de manera metafórica, en un terreno simbólico”, porque el tema era nada menos que la ingesta de carne humana como fenómeno antropológico en las sombras más oscuras del México de hoy.

Pero, no, Lomnitz no habla metafóricamente: “Es realmente un suceso muy atroz, pero que no se entiende lo suficiente”, asegura.

Integrante del Colegio Nacional y profesor de la Universidad de Columbia, Lomnitz reflexiona sobre un “nuevo canibalismo”, presente en México desde los años 80 y vinculado al narco.

La práctica, dice, es una manera de sellar un “pacto de lealtad” dentro de bandas del crimen organizado y de atemorizar a los enemigos.

“El canibalismo se ha convertido en un instrumento terrorista y de competición entre los cárteles”, sostiene.

Su tono tranquilo y erudito no flaquea por más escabrosos que sean los detalles.

A la primera conferencia celebrada este martes le seguirán otras dos a lo largo de junio.

Su libro Idea de la muerte en México, sobre los Narcosatánicos, fue su punto de partida y en su momento ocupó primeras planas de los diarios en los años 80 tardíos. Este grupo criminal operaba en Matamoros y Ciudad de México, y sacrificó y descuartizó a decenas de personas. Con las partes mutiladas llevaban a cabo rituales en los que se bebía un caldo que prometía invisibilidad ante las balas. Su líder, Adolfo Constanzo, era un brujo cubanoamericano vinculado al Cártel del Golfo que había aprendido de su madre el culto del Palo Mayombe.

En 1989 el grupo secuestró a Mark Kilroy, un estudiante estadounidense. La presión norteamericana obligó a las autoridades mexicanas a estrechar el cerco en contra de los narcosatánicos. Fue así que, durante un operativo antinarcóticos, la policía descubrió en un rancho 12 cuerpos enterrados en fosas, varios desollados, entre ellos Kilroy. En el inmueble había, además, un adoratorio, un caldero ritual con sangre y sesos humanos quemados, así como un tambo donde parecían haber hervido algunas de las víctimas. Constanzo, el líder, y su amante murieron unos meses más tarde en Ciudad de México en el transcurso de una balacera con la policía.

Los Narcosatánicos marcaron un antes y un después en la práctica del canibalismo en México. Lomnitz distingue este caso de otros, como el de los sociópatas que actúan por su cuenta o el de los marinos a la deriva, que se ven obligados a comer restos humanos. O bien del apetito del muralista Diego Rivera por este tipo de alimento como dieta saludable y reivindicativa del México prehispánico. Muy por el contrario, en los Narcosatánicos no había desesperación ni una acción puramente individualista.

Así, para Lomnitz, este “nuevo canibalismo” busca sellar la complicidad y el silencio dentro de una red del crimen organizado.

El dinero y la amenaza no eran suficientes para lograrlo, se necesitaba, además, un elemento cultural o psicológico. Así, “los Narcosatánicos son otra cosa. Se trata de sacrificios humanos, pero al servicio de una organización criminal. No hay precedente hasta donde yo conozco en la historia de México”, señala el antropólogo.

Con base en testimonios de narcos y de cercanos de Constanzo, Lomnitz cree que el patrón y uno de los clientes del brujo era Juan García Ábrego, el paranoico jefe del Cártel del Golfo.

El auge de la secta se da en un particular contexto: cuando los carteles mexicanos se alían con los colombianos para traficar cocaína hacia EUA: “Es un Estado (el mexicano) que se caracteriza por mucha centralización, mucho énfasis en la soberanía y muy poca capacidad para regular la economía ilícita y para utilizar la violencia para regularla. Ese repliegue de ciertas funciones clásicas del Estado deja la cancha abierta a estas organizaciones”, explica Lomnitz.

Los Narcosatánicos son los precursores del canibalismo extendido en la actualidad. En agosto de 2020, el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) difundió un video en el que un sicario con capucha se come el corazón de un miembro de un cartel enemigo. “¡Los vamos a exterminar a todos!”, jalean otros narcos, según recogieron algunos medios. El CJNG acostumbra a hacer demostraciones públicas de fuerza, tales como desfiles con armamento de alto calibre con miras a intimidar a autoridades y adversarios.

Para Lomnitz, el video del CJNG es una señal de que la práctica caníbal del narco ha evolucionado desde sus orígenes en los años 80. “Mientras que los rituales de los Narcosatánicos eran altamente secretos, la evolución ha sido hacia el uso del canibalismo como instrumento terrorista. El video del CJNG es un acto público de intimidación de un grupo hacia otro. Son piezas que se empiezan a adoptar de manera competitiva entre cárteles”, señala.

Pero el canibalismo va más allá de su función terrorista, para adentrarse en lo metafísico. Detrás, hay también una “comulgación” en torno a una moral paralela, separada de la sociedad y del Estado, sostiene Lomnitz.

“En estos lugares en donde están obligando a miembros a transgredir un aspecto muy básico de ciertas ideas de civismo para entrar (al cártel), el sentido es que se está marcando un corte con la moralidad de la sociedad y del Estado”, afirma.

El sacrificio humano era, recuerda Lomnitz, un elemento importante del México prehispánico hasta que la misión “civilizadora” de los conquistadores cristianos lo desmontó.

Con todo, descarta que esta nueva versión de canibalismo tenga nada que ver con una vuelta a las raíces aztecas, más bien apunta al auge del crimen organizado y el retiro del Estado. “Estoy seguro de que alguien va a decir que esto está relacionado con la genealogía azteca”, asegura más no consiente.

Eso sí, bromea aduciendo a la cercanía del Colegio Nacional al Templo Mayor de los mexicas: “Espero que no se levanten los muertos hablando de sacrificios humanos”.

Con información de El País.

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