Mujeres líderes, expertas y activistas se reúnen para construir la agenda de género de la CDMX
Nadie sabe para quien trabaja. Los acusados de traidores a la patria le aventaron a López Obrador un salvavidas en medio de la tormenta.
canva.com
López Obrador y Morena debieran de estar dando gracias de hinojos a los diputados que no aprobaron su reforma eléctrica, en lugar de acusarlos de “traidores a la patria”.
Con independencia de escalar la polarización a niveles de guerra civil —no exagero—, no se dan cuenta que les hicieron el mayor de los servicios que pudieran necesitar en calidad de urgencia: límites.
La locura no es otra cosa que desmesura, ausencia de límites; no saber donde termina el “Yo”. Esa falta de marco de referencia, de tablero o carta de navegación, de dimensión de sí-mismo, puede expresarse en la fragmentación del Yo en múltiples voces, o en la confusión del inconsciente con el consciente, o en la inflación del yo a niveles inconmensurables, ilimitados, desbordados; mesiánicos.
Un ser ilimitado incluye a todos: sus ideas son las de todos, sus deseos no tienen opuesto; y al ser un ente colectivo: “Yo ya no me pertenezco, me debo a todos”; su persona se evapora, su personalidad es la de todos, ya no es un individuo con una frontera física limitada llamada cuerpo; su sí-mismo desaparece en un todo infinito.
Tal desmesura no puede más que generar ansiedad, a un tiempo temeraria y angustiante.
Ya lo hemos comentado con anterioridad: López venía pidiendo a gritos desde hace meses límites, frenos, mesura. Su estado de ánimo, lleno de fantasmas, fijaciones y rencores desbocados, pedían un hasta aquí.
Y eso fue el servicio que las oposiciones en la Cámara de Diputados le obsequiaron el domingo pasado y la ciudadanía el antepasado; unos, no concediéndole su reforma constitucional y, otros, una prostituida revocación.
Quiera Dios que el tiempo le ayude a procesar el tropiezo y halle el sosiego de su carrera a la nada.
Desde hace tiempo camina sobre el filo de la navaja; su salud física y emocional no lo pueden ya ocultar. La oportunidad que le han brindado sus “adversarios” jamás podrán obsequiársela sus sumisos y cada vez más contrariados y enfrentados feligreses.
Ya lo decía el viejo Reyes Heroles: no todo el que te daña te hace mal. A López, lo que le faltó en la construcción de su personalidad fueron límites: nunca es tarde para conocerlos… hasta que ya lo es.
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