Con motivo de mañana, rescato del olvido un texto que viene al canto. Espero les sea de utilidad.
Publicado en LFMOpinión en enero de 2018

La política democrática para Claus Offe es un puente entre ciudadano y Estado, puente de doble vía que proporciona al individuo "la oportunidad de articular intereses, entrar en debates y conflictos sobre esos intereses, formar coaliciones, obtener mayorías y, en última instancia, determinar políticas públicas". En este sentido, una de las vías del puente es un ámbito que permite la expresión y procesamiento de los intereses en conflicto presentes en toda comunidad.

En el otro extremo y vía, por lo que hace al Estado, en cuanto orden institucionalizado de poder público, la política es el espacio para la resolución del conflicto, por el cual se llega al reconocimiento universal de la autoridad política suprema.

La función dual del puente asegura "la articulación y resolución del conflicto, determina el margen de posibles partícipes y la duración del conflicto, y definen su resolución definitiva en unidad y gobierno legítimo. De este modo, las formas políticas son al mismo tiempo generadoras de conflicto y pacificadoras. Su lógica es organizar la diversidad y la unidad, suministrando así un vínculo continuo entre el individuo y el Estado", entre el conflicto y su resolución.

La política en su ámbito democrático incentiva y hace posible el conflicto en la medida en que éste se expresa dentro de las formas políticas que garanticen que no será permanente ni universal.

Las campañas electorales —verdaderas y sanguinarias contiendas— son posibles dentro del marco democrático por su sujeción a reglas preestablecidas, brevedad en el tiempo y periodicidad programada. Los derechos políticos subsisten en la medida de su convivencia generalizada. Toda expresión política en el flujo de doble vía individuo-Estado implica un límite al conflicto que por esencia produce.



¿Qué pasa, sin embargo, cuando el puente se colapsa, cuando los conflictos que le son inherentes no hallan procesamiento, contención ni fin?

¿Qué cuando la contienda electoral se eterniza, cuando nunca llega a término, cuando en lugar de dar legitimidad e institucionalización al poder los resta?

¿Qué sucede cuando las expectativas de los individuos sobrecargan las capacidades reales de resolución del conflicto? ¿Qué cuando la proliferación de exigencias termina en quiebra de autoridad, proliferación de desconfianzas, sospechas y frustración? ¿Qué cuando "el potencial generador de conflictos de las instituciones de la organización política democrática desborda con mucho su capacidad resolutiva de conflictos"?

Gran irresponsabilidad política es sobrecargar de expectativas el juego democrático, prometer sin contención, ofrecer soluciones mágicas, sobrecalentar los reclamos y conflictos, institucionalizarlos como instrumento, forma de vida y de subsistencia política. En México, bien podríamos llamar este modus operandi Bejaranismo, sin importar que su ejercicio no distinga partidos.

Los dos cuerpos de circulación del puente se condicionan mutuamente: la capacidad de tránsito del carril de conflictos se corresponde con la de su resolución.

No es posible crecer exponencialmente la generación de conflicto de intereses y la reproducción de expectativas sin volar por los aires las capacidades de su procesamiento y solución.

No es un problema de oferta política, estrategia de campaña o táctica publicitaria; cuanto de responsabilidad ética y política.

No pedimos Winston Churchills que sólo ofrezcan "sangre, sudor y lágrimas", pero tampoco debemos permitir promesas del cielo y las estrellas que nos condenen sin resolución a sangre, sudor y lágrimas.

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