Vigía de la Libertad
Colaborador invitado

Muchos están sorprendidos por la revelación del jefe militar del Comando Norte de los Estados Unidos respecto a la intensa participación de los espías rusos en México, cuando la presencia de elementos y sistemas de espionaje de la antes URSS en territorio nacional ha sido muy importante desde la segunda mitad del siglo XX.

Fue en México donde se estructuró la alianza de la Cuba de Fidel Castro con el gobierno comunista del Kremlin a través de Nikolai Leonov, segundo secretario de la embajada rusa en México y Raúl Castro —hermano de Fidel y a su muerte presidente de Cuba—.

Fue aquí en tierras mexicanas donde, durante régimen del PRI, se apoyó a los guerrilleros cubanos y se pusieron en contacto a Ernesto Che Guevara. Fue Fernando Gutiérrez Barrios, en su momento jefe de la policía secreta mexicana y después secretario de Gobernación quien acordó con Fidel Castro la creación de grupos guerrilleros de liberación nacional con financiamiento de la URRS en los países latinoamericanos con la exclusión de México.

Fue en la mismísima Ciudad de México donde actuó el “aparat” soviético para eliminar al refugiado Trosky. En los siguientes años, el mismo Leonov estaba identificado como “el contacto con miembros de la izquierda mexicana” a los que subsidiaba, como el Partido Comunista Mexicano y el Partido Popular Socialista.

Dimitri Diakanov, consejero de la embajada, “ayudaba económicamente a la agrupación denominada Unión General de Obreros y Campesinos de México; su especialidad se concretaba en participar en asuntos internos de los sindicatos obreros de México”, según la DFS. Boris Voskoboinikov, segundo secretario de la embajada, seleccionaba a elementos de la Juventud Comunista para estudiar en la Universidad Patricio Lumumba en Moscú, y en los primeros meses de 1970 dio “una cantidad de dinero a estudiantes afines ideológicos de la UNAM y del IPN para realizar manifestaciones antigubernamentales a través de estudiantes miembros de la Juventud Comunista de Monterrey”.

Esto es, la relación ideológica entre el sistema político mexicanos y los marxistas leninistas, sucesores de los bolcheviques, siempre se ha dado y lo que hoy vivimos es solo el más reciente capitulo.



En los años 60 y 70, la Condesa fue el punto de contacto de los espías soviéticos. Entre el 21 y el 22 de marzo de 1970, cinco agentes de la KGB encubiertos como diplomáticos de la embajada de la Unión Soviética fueron expulsados de México. El día 18, Emilio O. Rabasa, secretario de Relaciones Exteriores en aquel momento, anunció en una conferencia de prensa la salida de los soviéticos. Su “presencia no es grata o aceptable en la República Mexicana”, explicó el canciller. No hubo más detalles.

En el 2018, mucho se habló de las granjas de bots y el apoyo logístico que, desde el extranjero, pero en suelo mexicano, se organizó para apoyar la campaña de MORENA/López Obrador y su proyecto bolivariano con financiamiento de Putin. Es precisamente en el proyecto de expansionismo comunista el proyecto del Foro de Sao Paulo, donde se gestaron las estrategias de la Cuarta Transformación. Fue el gobierno ruso el que trajo a Katu Arkonada y los etarras terroristas, después de su paso criminal contra opositores en Venezuela, Nicaragua y Ecuador. Ellos actúan así, en la sombra, con engaños y mentiras. El modelo que Putin aprendió de la KGB es la extorsión, el asesinato, acallar a la prensa libre, cooptar a potenciales disidentes.

Los contactos del proyecto marxista son hoy el grupo radical marxista que timonea las acciones del gobierno mexicano conocido como “los bolivarianos”: Héctor Díaz Polanco, Alfonso Ramírez Cuellar (anterior esposo de Beatriz Müller), Paco Ignacio Taibo II, Epigmenio Ibarra y, en su momento, John Ackerman.

La filosofía política de la 4T es claramente de filiación comunista y está apoyada por Rusia, esto no debe sorprendernos hoy; así claramente se entiende el porqué conformar en el legislativo un grupo de amigos con Rusia.

Publicado en LFMOpinión.

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