Las muertes violentas de mujeres en México iniciaron una tendencia creciente inédita a partir del 2007, en coincidencia con el inicio de la “guerra contra el narcotráfico” en el periodo de Felipe Calderón. Durante los años 2013, 2014 y 2015 se logró estabilizar la incidencia de homicidios de mujeres, pero para el 2016 este crimen repuntó y alcanzó nuevos máximos históricos que ni la pandemia ha logrado frenar: entre 10 y 11 mujeres son asesinadas cada día en México.

Con menos denuncias y una invisibilización de la muerte de la mujer a causa del narcotráfico, México hoy cuenta otra historia de los feminicidios. Hace 23 años el horror que se vivía en Juárez, Chihuahua con sus asesinadas y desaparecidas y la incapacidad del Estado de garantizar la seguridad y derecho a la vida toma un color diferente: ya no solo es Juárez es todo el país.

El narco domina gran parte de México y justo en las zonas donde la presencia es mayor los delitos en contra de las mujeres se incrementan ya que son víctimas de una violencia crecientemente brutal.

Secuestros, desapariciones, violaciones, asesinatos se convierte en el saldo diario de la guerra del narco en donde las mujeres se han convertido en un botín, sin que ninguna autoridad federal o estatal le den la importancia que realmente tiene.

Mujeres desaparecidas, asesinadas, víctimas de trata, mutiladas o esclavizadas es parte de las formas de violencia que comete el crimen organizado, que en muchos casos no son tipificados como feminicidios.

Para los cárteles de las drogas las mujeres se convierten en una especie de botín, sirven para mandar mensajes a las bandas rivales, las mujeres son vistas como pertenencia, como objeto. Los objetivos son siempre hermanas, madres, novias, aunque la tendencia contra niños también va en aumento.

Ejemplo de esta violencia es el asesinato de mujeres y niños miembros de la familia LeBaron, asesinados el 4 de noviembre del 2019 delito del que aún no se sabe el móvil.

Hay zonas muy específicas que se han convertido en zona de guerra, ejemplo de ello es el municipio de Madera, Chihuahua, donde las mujeres son levantadas y asesinadas por sicarios.

Chihuahua no es la excepción: mujeres de Tabasco, Guerrero, Guanajuato viven esa guerra en su día a día, la narcoviolencia se presenta en otras modalidades de ataques contra mujeres, violaciones y asesinatos cometidos con la saña del crimen organizado, además, repuntan las listas de desaparecidas.

En su mayoría las mujeres se encuentran en medio de esta guerra sin control, ya sea por ser pareja o familiar de algún rival o por pobreza, ya que se emplean como halcones o cuidadoras.

A partir del 2007 la tendencia de muertes violentas de mujeres y posteriormente de feminicidios inicia una tendencia al alza sin precedentes. En los años 2013, 2014 y 2015 la tendencia creciente cede, pero a partir del 2016 retoma crecimientos inéditos hasta superar los 10 asesinatos de mujeres al día.

Durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) se generó el conflicto interno que se conoce como “la guerra contra el narco”: las Fuerzas Armadas salieron de los cuarteles para enfrentar con las armas a los cárteles del narcotráfico y del crimen organizado. Los homicidios, las lesiones con armas de fuego y las desapariciones tocaron niveles máximos.

Esta crisis de violencia generalizada generó que los feminicidios se duplicaran. En 22 años (del 1985 al 2007) se registró un promedio de mil 355 muertes violentas de mujeres cada año: casi cuatro cada día. Para los últimos 12 años, a partir del inicio de la guerra contra el narco (del 2007 al 2019) la media de homicidios de mujeres escaló a 2 mil 711 cada año: más de siete cada día. Ni siquiera la pandemia de coronavirus logró reducir el fenómeno, que en 2019 y 2020 ha promediado el asesinato diario de más de 10 mujeres.

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