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Revocación: votar o no votar

Lo que hace al ciudadano es su voto.

#TheBunkerNoticias | Revocación: votar o no votar
Por: Luis Farias Mackey
  • 05/02/2022

Serie Revocación
II

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Votar o no votar en la revocación de mandato, ¡ésa es la cuestión!

Su solo planteamiento delata el fino trabajo de confusión y la retorcida perversidad con que se ha tejido este engendro en su versión actual. Hay un esfuerzo institucional y exitoso para movilizar a ciertas franjas de la población hacia un sufragio ciego y emocionalmente autómata, y desmovilizar en confusión, desconfianza y temor a otras.

Desde el momento en que discutimos si votamos o no, en lugar de deliberar sobre el sentido de nuestro voto, la segunda campaña ha sido todo un éxito y nosotros unos ratoncitos de laboratorio.

Debiéramos empezar por cuestionarnos por qué no quieren que votemos, por qué se niegan recursos al proceso, por qué se ataca al órgano encargado de su organización y legitimidad, por qué lo que debiera ser un espacio ciudadano está lleno de una sola persona, por qué se tergiversa propósito y contenido.

Empecemos por lo obvio: votar es poder.

El voto es acción y toda acción es un nuevo comienzo. Un nuevo comienzo puede significar abandonar la senda conocida y marcada, la tarea impuesta, el cerco que contiene, el espectáculo que distrae, el credo que esclaviza, la voz que manda.

Re-vocar es llamar de nuevo, re-nombrar; donde “re” tiene la fuerza de “de nuevo”, de “volver”, de “otra vez”. Pongámosle ahora el valor de la acción: re-comienzo, volver a comenzar, comenzar otra vez.

Retirar algo ya entregado, dejarlo sin efecto, recuperarlo a nuestra original capacidad de decisión es ¡poder!

De eso estamos hablando, de nuestra soberanía inmanente.

Luego entonces, empecemos por asumir, sin las soberbias y desmesuras propias del poder, la seriedad de nuestra responsabilidad cuando nos preguntamos si votamos o no.

La pregunta es como si el pez se cuestionase si nada o no. La forma de ejercer nuestra ciudadanía es, principalmente, votando.

Ahora bien, votar en la Revocación de Mandato es un derecho y obligación ciudadanos (Art. 35. I. y 36. II. CPEUM).

Nos guste o no, es nuestro derecho, pero también nuestra obligación. Luego entonces, el problema no es si se ejerce o no el derecho-obligación, sino cómo se ejerce.

Nuestro problema, he sostenido de tiempo atrás, es de déficit de ciudadanía, superávit de gobierno y medro partidocrático.

En el contexto actual gravita también, con gran peso, una profunda desconfianza a nuestro voto. Por él llegó Peña, con él entronizamos a López Obrador. Encuentro un síndrome de soplarle al jocoque tras los terribles descalabros, sinsentido y espíritu de rebaño de nuestros votos.

Pero ello, ¿es algo imputable al voto o a la forma como lo procesamos y decidimos?

Y regreso al tema, el problema no es votar, sino cómo, por qué y para qué. Esa debe ser la discusión

Bajo esas premisas podremos ver lo baladí del dilema en que nos tienen encadenados.

Descuento de éste a los convencidos que revocar es ratificar. Aquellos que han comulgado con la piedra de molino que “re-tirar” es igual a “re-fijar”. En ellos no hay lugar para la acción, únicamente la admiración. Lo suyo es ver pasiva y arrobadamente, no accionar, no cuestionar. Son adoradores no ciudadanos.

En el otro extremo del espectro la disyuntiva es hacerle el juego a López Obrador o el vacío.

Nuevamente veamos lo tramposo del planteamiento y su discusión. Al comprarlos ya perdimos: el problema se reduce, otra vez, en torno a López Obrador y no al poder de nuestro voto.

Bajo esta perspectiva, el valor del voto se circunscribe a lo que López Obrador desee hacer con él, cuando en el fondo es qué queremos hacer nosotros de López Obrador con nuestro voto.

Nuestra decisión bien debiera de partir del hecho de que estamos ante un presidente tramposo, de cara a un procedimiento viciado, frente a una maquinaria de Estado perversa y pervertida, y atrapados en una manipulación insana.

Pero refrenemos nuestra ceguera, ello nos encapsula en las razones de porqué no votar, pero ciega a por qué sí.

Qué estímulos tenemos para sí votar.

Para determinarlo tenemos que despojarnos de toda la carga emocional y política que nos agobia y hablar en silencio con nosotros mismos.

Partamos que la Revocación es un juicio ciudadano al desempeño del presidente. Una valoración de nuestra confianza en él, en su proceder y en nuestro futuro en sus manos.

Así, desde nuestro incompartible sitial de ciudadano, sopesemos en qué nos ha beneficiado o perjudicado, y qué perspectivas nos ofrece para los próximos tres años.

De eso se trata, de nada más: de ti y tu valoración.

Cada quien tendrá hechos y circunstancias a valorar; las madres trabajadoras podrán ponderar el cierre de guarderías contra el estipendio a cambio; las mujeres bajo violencia el cierre de refugios; las víctimas de feminicidios las circunstancias y respeto a su pérdida; los padres de niños con cáncer las respuestas a su desesperación. A otros les puede pesar más la inseguridad, la prohibición a soñar, el desempleo, la pobreza metiéndose en sus huesos como la humedad; la impunidad, la soberbia autoritaria, las ofensas, las mentiras, la burla, las distracciones, los dispendios, los caprichos, las necedades. Y que cada quien haga su lista personal.

Decía Teilhard de Chardin que “entre inteligencias una presencia no puede quedar muda”. Solo la ausencia calla. Más aún, no se hace presente, no tiene entidad. Una ciudadanía ausente es silencio y vacío. Ni se oye, ni se ve, ni se siente, ni se cuenta. No es.

Tener un derecho ciudadano y no ejercerlo es renunciar a la ciudadanía; asumir el papel de esclavo. Es, además, una especie de traición a la comunidad, pero sobre todo a uno mismo.

El poder es siempre construcción de muchos, cada eslabón que se reste debilita la cadena.

Sí, es cierto, buscan pervertir nuestro voto, pero más fácilmente lo van a hacer si no se manifiesta.

Sí, la decisión es personalísima, pero la consecuencia colectiva.

Habrá que considerar las diversas consecuencias de votar y sus riesgos. De ello trataré en otro texto.

Termino con un argumento biológico: la función hace al órgano; función que no se ejerce atrofia al órgano hasta desaparecerlo. No votar atenta contra nuestra ciudadanía. No nos quejemos mañana cuando perdamos hasta el derecho a votar.


Publicado en LFMOpinión.

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