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El IMSS no discrimina; una sola fila para contagiados en busca de incapacidad laboral y para quienes buscan pruebas

Por horas sin fin esperan mezclados contagiados que buscan su incapacidad laboral en vez de estar en casa, con quienes van a hacerse pruebas Covid afuera del IMSS. La respuesta es la misma 'No se va a poder atender a todos'.

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Por: Redacción
  • 11/01/2022

Por sobre el Ómicron, la odisea de la incapacidad y el caldo de cultivo del contagio.

Ya te contagiaste, ahora tu problema es conseguir el permiso laboral. ¡Y ahí inicia el viacrucis burocrático!

Frustración y contagio se forman sobre la banqueta de la Clínica 28 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en la Ciudad de México. Son las compañeras de decenas de trabajadores contagiados con Covid-19 —muchos de ellos con síntomas—. Las horas pasan sin cuartel, horas para obtener la incapacidad laboral necesaria para que no les descuenten el día. Comparten banqueta y desesperación con personas que solo van a hacerse la prueba y a su contacto se exponen al contagio.

Pero, ¡no se va a poder atender a todos! Advierte una enfermera. Y así ómicron, con sus pocos fallecimientos con récord de casos, ha desbordado ya la capacidad de atención primaria y atascado los de suyo complicados trámites administrativos.

Seis horas lleva Andoni Méndez fuera de la clínica. En una carpeta azul guarda una prueba positiva de laboratorio. No se siente bien; le arde la garganta, le lloran los ojos, pero ¡qué puede hacer! No le queda más remedio.

“Si no me dan la incapacidad —dice a sus 24 años—: o no voy a trabajar y no me pagan, o voy y contagio en la oficina”, dice sentado sobre la baqueta. Para él, el teletrabajo no es una opción. Labora en un call center y en su casa la conexión de internet viene y va. Mientras, la empresa le exige el trámite porque la ley establece que el Seguro Social paga parte del salario durante su convalecencia.

Es su segunda fila, pero Andoni tiene que romper el confinamiento para acudir a la clínica; ¡no hay de otra! La primera, el pasado lunes, le fue peor. Esperó por más de 12 horas para que lo recibiera la doctora y salió después de la medianoche “tiritando de frío”. Y si bien la Secretaría de Salud recomienda cuarentenas de 14 días, la doctora del IMSS le concedió únicamente siete días de incapacidad, así que de regreso a la fila este lunes a renovarla, porque, además, en su trabajo le piden confinarse dos semanas.

Los embudos administrativos no son desconocidos en el IMSS, pero la velocidad de contagios ómicron ha desbordado las solicitudes de incapacidad. Claro, en teoría, pueden tramitarla por internet: llenar el formulario y subir a la plataforma el resultado positivo. Más aún, el IMSS explícitamente pide a los pacientes no acudir a las clínicas a hacer el trámite: “No acudas para evitar contagios, puede asistir en tu lugar un beneficiario, familiar o representante”, rezaba un documento oficial con fecha de enero del año pasado, durante la segunda ola.

Ahora, sin embargo, cuando los contagios diarios rebasan la cuota máxima alcanzada en los dos años previos con 30 mil al día, la plataforma digital no funciona bien, cuando funciona, y, afirman, las enfermeras les dicen que sus familiares no pueden acudir en su lugar, tienen que ser ellos contagiados.

Méndez carga un chamarrón de color rojo por si la espera se eterniza otra vez, le acompaña su ¡abuela!, Blanca Estela Vélez, una enfermera retirada del IMSS, quien intenta agilizar, sin mucho éxito el trámite.

“Me dan ganas de regresar a trabajar aquí para organizar esto, porque hace falta. ¿Cómo es posible que tengan a los positivos formados con los que no lo son?”, reclama arqueando las cejas. Mientras en la fila, los que buscan la incapacidad y los que van a hacerse la prueba entrecruzan miradas incómodas y maniobran, sin mucho resultado, para mantenerse a distancia.

“¡Ya no quedan fichas para la tarde! ¡Ya no hay más!”, grita una enfermera que arrastra los pies de cansancio, mientras recorre la fila repitiendo su letanía. Han repartido unos 60 turnos en la mañana y otros 24 en la tarde; al menos treinta personas de las que esperan no han conseguido ficha. Tendrán que regresar mañana.

Urgencias seguirá abierta toda la noche, pero “todavía es incierto” si se va a atender a los que faltan, reconoce la enfermera.

“¡Esto es inhumano!”, le suelta Laura Almeida, pediatra de 35 años que espera hace tres horas su documento de incapacidad. Con su celular graba lo que dice la enfermera. “Tengo tos, dolor de cabeza, me duelen los pies… Debería estar en mi casa, no aquí”, grita. “Voy a pedir el Uber y ya volveré″.

Guadalupe Aragón, gerente hotelera de 43 años, y Pedro Contreras, diseñador de videojuegos de 34, deciden quedarse con la esperanzas que los atiendan, aunque sea ya entrada la noche: “Por internet no funciona. Lo he intentado tres veces por si mi conexión estaba fallando y nada. Voy a pedirle a mi esposo que me traiga una manta”, dice Guadalupe resignada.

Pedro dice que con su suéter de hilo aguanta y que no se va a ninguna parte. Es la segunda vez que acude a la clínica en menos de una semana. Dio positivo hace cuatro días, en día de Reyes, y en su primer intento le dijeron que volviera otro día, que ya no había fichas. “Si no lo hago hoy, no va a tener sentido. Ya prácticamente estoy saliendo”.

Por sobre la enfermedad la burocracia, otro expresión virulenta.


Con información de El País en nota de Jon Martín Cullell.


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