Espiral


Gobernar, ¿fácil?

Quien dice que gobernar es cosa fácil, nunca ha gobernado.

#TheBunkerNoticias | Gobernar, ¿fácil?
Por: Luis Farias Mackey
  • 03/01/2022

Pocas cosas más falsas que aquella de que gobernar no tiene mayor ciencia.

Si nos atenemos al nivel de responsabilidad, gobernar es una tarea para unos cuantos temerarios.

Los efectos de la acción de un individuo que sólo se irrigan en él o, cuando mucho, en su familia, son ya de suyo de terrible responsabilidad. Los del empresario para con su peculio, empresa, empleados, proveedores y consumidores se esparcen en más. No es la misma responsabilidad la del que hace una silla que del que opera a corazón abierto; la que media entre quien vende chicles, difiere de la de quien expende medicinas y ésta, aún más, del que trafica drogas prohibidas o armas.

Ahora bien, quien gobierna toma decisiones y ejecuta actos que afectan a toda la población de un Estado, a varias de sus generaciones y, posiblemente —en un mundo globalizado—, a la humanidad toda.

Apostar, por ejemplo, a las energías sucias afecta a propios y extraños en un orbe bajo amenaza de extinción ambiental. Excepcionar la ley en “sus” obras de entre la obra “pública”, rompe en la cúspide el Estado de Derecho y por imitación —véase Veracruz hoy— permea hasta las cañerías del gobierno, que en nada se distancian de las salas de tortura, mazmorras y hogueras del medievo.

El acto de gobierno, directa o indirectamente, tiene consecuencias sobre todo individuo en sociedad. Por supuesto hay quienes los sufren en primera instancia, como los niños con cáncer sin medicamentos; pero incluso el más alejado e indolente de este tema queda infamado por la muerte de un menor al que como sociedad no pudimos salvarle la vida. Lo mismo pasa cuando se festejan las remesas que envían desde el extranjero nuestros paisanos migrantes, en abierta confesión de nuestra incapacidad de generar las condiciones para que esa riqueza se produzca aquí, sin que medie el drama humano de familias rotas, migración penalizada y trabajo furtivo.

Un abrazo a narcotraficante puede significar miles de jóvenes capturados por el flagelo de la droga, familias y pueblos sometidos a la violencia y poderes trasnacionales con más capacidad financiera y de fuego que los Estados-Nación.

Una plaza de maestro construida no a golpe de méritos sino de plantones, bloqueo de vías de comunicación y de chantajes, son generaciones de mexicanos sumidos en la ignorancia y condenados a la ignominia del clientelismo populista.

Un capricho de obra no solo distrae recursos públicos de lo prioritario, sino que es tiempo y recursos dedicados al culto de la personalidad que jamás podrán ser recuperados.

Finalmente, dicen los que saben, la política es como la salud; sólo se siente cuando falta.

Cuando el gobierno ofende, estigmatiza, polariza, enfada, se burla y regodea del mal farío de uno de sus ciudadanos; cuando hace de la mentira, el engaño y la prestidigitación meta de su hacer; cuando ignora la realidad y, en ella, al ciudadano al que se debe; cuando destruye instituciones, leyes, formas y honras; cuando distingue entre mexicanos para enfrentarlos entre sí.

En fin, cuando en las yemas de los dedos invade la sensación que algo no anda bien; cuando las alarmas arden en los instintos y el desasosiego se hace paisaje, falta política, aunque nos ahoguemos en su remedo.

Porque gobernar es la ciencia y arte más difícil de entre todas.

Publicado en LFMOpinión.

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