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The Beatles: un club de corazones no tan solitario (parte 2)

En pleno siglo XXI, el legado de The Beatles sigue vigente a pesar de los constantes cambios en gustos y tecnologías, ello se debe a que sacudieron al mundo del arte desde sus cimientos.

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Por: Francisco Cirigo
  • 12/12/2021

Antes de empezar te recomendamos leer la primera parte de este ensayo dando clic en este enlace. Sin más preámbulos, comencemos.

Del alma de hule al verano del amor


Ya hemos hablado de Rubber Soul y de su intención creativa sin precedentes dentro de la música popular, pero este álbum sólo fue la punta del iceberg artístico de devendría en cosas aún más vanguardistas y mejores. En 1966 llega el álbum que para muchos críticos y seguidores de la banda fue el verdadero detonador de la contracultura sesentera: Revolver.

El término contracultura se lo debemos al historiador estadounidense Theodore Roszak y proviene de su obra de 1968, El nacimiento de una contracultura. La noción es una suerte de dirección opuesta a lo convenido como cultura predominante y también (siguiendo ciertas pautas freudianas sobre el concepto “cultura”) se erige como una expresión propia e independiente de la industria cultural, aunque a la postre se sirve de ella y para ella.

El caso de The Beatles es singular desde el momento en que ellos mismos fueron utilizados por la industria como meros fetiches para el consumo masivo (llámese beatlemanía), pero a su vez, los ingleses supieron aprovechar su fama para sacar provecho de la industria haciendo lo que les viniera en gana. Revolver es fundamental para entender la importancia de los Beatles no sólo desde la estética musical, sino desde el punto de vista social. En Revolver se hace evidente sin enfado la presencia de las drogas en el estudio de grabación como en ese himno a la cannabis que es “Got to Get You Into My Life” e incluso una referencia de su histórico encuentro con Bob Dylan (¿Doctor Robert?) quien fuera el que los introdujo al mundo de las drogas.

Bob Dylan representa una suerte de polaridad con The Beatles, una vertiente opuesta pero complementaria, como un Ying-Yang afortunado que mezclaría lo mejor de ambos. Después de su encuentro con Dylan, los Beatles se concentraron en mejorar los esfuerzos literarios de sus canciones, algo que ya se nota de manera sutil (al igual que sus experiencias psicoactivas) en Rubber Soul y de manera marcada en Revolver. Por su parte, Dylan descubriría que no era necesario atarse a los estrechos ritos del Greenwich Village y de su séquito intelectualoide para hacer llegar a más oídos su mensaje. El público aplaudiría a los primeros y abuchearía al segundo, pero el tiempo le daría la razón a ambos.

Con Revolver y sus complejas innovaciones técnicas se acabarían los conciertos multitudinarios y las largas giras. The Beatles habían fundado un punto de inflexión para todos sus colegas a niveles magistrales; sin embargo, algo faltaba para declarar arcaicas las nociones culturales impuestas por el círculo intelectual de Frankfurt. Si seguimos al dedillo las pautas de estos filósofos, The Beatles no se desmarcaban de sus etiquetas como meros productos a pesar de sus hazañas artísticas. El meollo del asunto seguía girando alrededor del aura y la obra de arte como única. El giro lo darían de manera definitiva un año después con la salida al mercado el primero de junio de su obra magna Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.

En Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band convergen todas las ideas del cuarteto casi a la perfección. Se dan cita toda una gama de influencias que van desde el barroco hasta el rock más ríspido, pasando por el Jazz, el Vaudeville, la música de la India y un largo etcétera. La mayor innovación, y que rompería con las nociones de unicidad como elemento sustancial de la obra de arte, fue la producción. Si antes era necesario estar presentes al momento de la creación de la obra de arte para comprender su quintaesencia y captar esa dichosa aura, The Beatles ahora inauguraban una nueva forma de concebir el arte. Refundaron el ya existente y un tanto ambiguo término de disco conceptual y se lo apropiaron para darle nueva vida y color. No era posible reproducir en un concierto la riqueza del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, si se quería apreciar se debía hacerlo tal y como estaba armado: en álbum

La portada es punto y aparte. Toda una multitud de personalidades de cualquier índole imaginable se dieron cita para consagrar el momento e inmortalizarlo. Casi dos siglos de genialidad reunida en una fotografía con unos Beatles jóvenes y taciturnos dándole lugar a otros Beatles excéntricos y coloridos. La juventud como hecho social hacia acto de presencia. A partir de ese momento a los jóvenes se les diferenció de los adolescentes. La juventud dejaba de ser una noción de edad para convertirse en una expresión cultural con necesidades y exigencias propias. Comenzó el “Verano del amor”. La portada del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band era la justa representación del espíritu de su época, una que se permitió soñar y creer. Este álbum se consagra a sí mismo como una obra maestra.

And in the end…


En pleno siglo XXI el legado, de The Beatles sigue vigente a pesar de los constantes cambios tecnológicos. Es cierto que los nuevos medios como el internet y la preferencia de las nuevas generaciones por la inmediatez han hecho de lado la apreciación del álbum como una experiencia global, pero su influjo sigue presente. En estos tiempos en los que el streaming es la tendencia y en los que servicios como apps (Napster, Spotify, Deezer, etc.) promueven con ahínco el consumo de playlist en lugar de los álbumes, se puede percibir el cambio en el aire. ¿Será para bien o para mal? Probablemente estemos frente a la trampa generacional que reza con prejuicio que “todo tiempo pasado fue mejor”. No tenemos certeza del asunto, por lo tanto, no nos queda más remedio que esperar con los oídos abiertos a los siguientes Beatles… si es que llegan.


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