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El reto automotriz

Mientras el paradigma industrial automotriz —que no el del transporte— cambia y las estructuras del T-MEC crujen, en México nos preparamos para ser el receptáculo de autos chatarra de America del Norte.

#TheBunkerNoticias | El reto automotriz
Por: Redacción
  • 12/12/2021

Juan-Pablo Calderón Patiño
Colaborador invitado




La pandemia aceleró cambios que venían a paso lento y profundizó el entrecruce de lo inmediato con los retos estructurales de la vida humana y sus diversas manifestaciones productivas. No es menor que recuperar la economía política se convierta en una bandera que reconecte crecimiento con desarrollo y economía real con una vida digna, de ciudadano. La desregulación como dogma no retribuyó el famoso excedente, fue lo contrario. Regresar a la misión de la economía política no entraña nostalgias del pasado que muchos encapsulan en un nacionalismo sin apellido o en la sentencia de “desglobalizar” todo. En ese trance, existen industrias claves por su utilidad e integración productiva, tal es la automotriz, de la que México es el séptimo jugador global por su producción además de ser el quinto líder en autopartes. Esfuerzo logrado en casi un siglo y que por cierto supo ser transversal a los dos modelos económicos, el del desarrollo estabilizador y al de una economía abierta.

El tiempo y los costos de repatriación productiva serían tan elevados que la mudanza saldría barata (a ultramar o regional) y la realidad que impone la demografía por el costo de obra y la nueva proveeduría probarían que más que “desglobalizar” la relocalización productiva se estarían fortaleciendo los bloques comerciales, los mismos que aceleraron la globalización. En ello, la industria automotriz ejemplifica sus cadenas de valor regionales, tal que en la región de América del Norte donde los vehículos se convirtieron en unidades “TLCAN” más que vehículos de alguno de los tres países que aún conforman el T-MEC.

Si el Fordismo trajo la producción en masa y el Toyotismo el célebre “just in time”, no es exagerado que hoy se está reformulando un nuevo paradigma impulsado por la robotización, la aceleración de la transición y eficiencia energética y la movilidad autónoma, cual lección de Julio Verne. Los automóviles son computadoras con neumáticos y su acelere tecnológico ha sido sorprendente.

Si hace poco más de un siglo se recorrían 50 km por 12 horas de descanso del caballo, se avanzó a 5 minutos de recarga de combustible por 500 km de autonomía promedio. Los vectores por el respeto medioambiental y energías amigables se están consolidando con una llave que ha costado miles de millones de dólares, la innovación tecnológica en la que han incursionado nuevos jugadores y marcas, no sólo los que de larga data han sido íconos del automóvil. China y Alemania dan cátedra de un esfuerzo de Estado para conjuntar el sector privado y público en la meta de tener mejores vehículos eléctricos-

Los vehículos eléctricos dejaron de ser el futuro, son ya un presente que anda de prisa por el calentamiento global. Nuevas interrogantes surgen desde el afluente científico: ¿cuáles son los protocolos para el reciclaje de las baterías para que no se llegue a contaminar más? El litio que va a crear una nueva geopolítica como lo hizo el petróleo, ¿será un mineral de transición a nuevas formas de energía? Si los autos eléctricos reclaman hasta dos terceras partes de piezas de un auto de combustión

¿Cómo replantear al régimen laboral ya de por sí en crisis por la robotización y digitalización? Desde el legítimo reclamo de la movilidad como derecho humano e integrador de lo socia, ¿creemos que teniendo un vehículo solucionamos la demanda de transportación? ¿Cómo vamos a desarrollar un transporte público eficiente y seguro? ¿El extremismo de la falsa utopía de pedalear o el realismo de complementar las diferentes formas de movilidad? Frente a los empresarios, ¿cómo cambiará el modelo de negocios del sector automotriz frente a la primera ventanilla con el cliente? ¿Alcanzaremos el “vehículo a la carta” y las armadoras en serie se agotarán en un futurismo salvaje? ¿Inició la carrera hacia el fin de las marcas como escribió Jacques Attali en la osadía de su Diccionario del futuro?

Las respuestas no podrán estar en una “democracia paliativa” como mencionó el filósofo surcoreano Byung-Chul Han. El antídoto es debatir y no caer en la anestesia del corto plazo o el secuestro del interés general por grupos del espacio privado nacional y trasnacional o de la cosa pública.

El reto automotriz va más allá de lo que los senadores estadounidenses plantean con los incentivos fiscales para vehículos eléctricos. En esa instrumentación soberana se juega la cohesión de América del Norte y su industria automotriz. ¿Qué hacemos en México para evitar ver una crisis mayor en la verdadera gallina de los huevos de oro, la que genera más divisas que el petróleo, el turismo y las remesas?

¿Seguiremos en la oprobiosa discusión de regularizar el contrabando de vehículos de desecho del vecino del norte?


Publicado en LFMOpinión.

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