Espiral


Sandoval cambia el verde olivo por el guinda

El general Sandoval depone el águila y se viste de guinda confundiendo sus derechos políticos con su función pública sujeta a la imparcialidad.

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Por: Luis Farias Mackey
  • 21/11/2021

Se equivoca el General Secretario Luis Cresencio Sandoval en toda la línea. El proyecto de nación está en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en ella no encontrará, por más que lo busque, el membrete Cuarta Transformación.

La Cuarta Transformación es un concepto inasible, un slogan comunicacional, carente de contenido ideológico y trazo programático. No es un proyecto de nación, es un estribillo y la oferta electorera de un partido: Morena.

Basta ver la argumentación que da el propio secretario para constatar el yermo conceptual de la mascarada.

El México postrevolucionario fue, como el siglo XIX, sangriento. "¿Quién salvará a México de sus salvadores?", preguntaban los mexicanos asonada tras asonada. Toda campaña política era armada y la excepción es que no terminara en levantamientos armados o asesinatos políticos.

Costó mucho trabajo y tiempo pacificar al país. Para hacerlo se tuvo que diseñar un hiperpresidencialismo que se impusiera a cualquier institución, un Jefe Máximo que mandaba por encima de presidentes democráticamente electos. Pensamos que ya habíamos superado esos tiempos, pero el General Sandoval muestra que no.

El Ejército mexicanos, las fuerzas armadas en todas su especializaciones, abandonaron las facciones para abanderar la institucionalidad del Estado, sin menoscabo de la movilidad y modalidad —por naturaleza siempre temporal— del poder.

Pero hoy Sandoval depone el águila y se viste de guinda, como el manual de imagen de la Ciudad de México.

"Como mexicanos —dijo en su calidad de orador oficial en la ceremonia del 20 de noviembre—es necesario estar unidos en el proyecto de nación que está en marcha, porque lejos de las diferencias de pensamiento que pudieran existir nos une la historia, el amor por la tierra que nos vio nacer y la convicción de que sólo trabajando en un mismo objetivo podremos hacer la realidad, esta realidad que cada día sea más prometedora".

Por la historia, esa que han puesto a revisión facciosa e ignorante; por el amor a la tierra que nos vio nacer y nos ve morir a carretadas por la violencia desmandada, por el quebranto del sistema de salud nacional, la ausencia de medicamentos y el por peor desempeño de atención a la pandemia, si se considera el índice de mortandad por cada cien mil habitantes. Y, cierra por seguir trabajando por el mismo objetivo prometedor. Y cuando se les pregunta cuál es éste, contestan redundantemente, el objetivo es la ¡Cuarta Transformación! El objetivo de la propuesta es la propuesta misma.

Lo más que los asesores del General Secretario pudieron acercarle por argumento fue que en la 4T ven el mismo propósito de las tres primeras transformaciones. Cabría entonces preguntar, si es el mismo propósito, ¿no debiera ser único?; pero si lo es, ¿cómo puede serlo de cara a tres referentes diversos en tiempo, hombres y circunstancias? Y, peor aún, si las tres primeras transformaciones —mote que se impone como categoría de análisis histórico y sin ningún rigor— ya fueron y se consumaron, cómo pueden ver en la Cuarta el mismo propósito, si éste —cualquiera que sea— ya se logró.

"El bien de la patria se enfoca en desterrar la corrupción, procurar el bienestar del pueblo, el progreso con justicia, la igualdad, el crecimiento económico, educación salud y seguridad, entre otros rubros", sostuvo en su alocución el secretario de la Defensa Nacional, pero eso lo dice la Constitución mucho antes de que existiera Morena y mejor dicho, porque la corrupción es un término campana que engloba diversos delitos, además de que le ha de haber resultado un poco incómodo invocar el tema cuando en la conversación pública se discute asignaciones directas y contratos con empresas fantasma en la nueva versión del ejército como contratista principal del Estado.

Y tan sabía que pisaba terrenos minados que pretendió inocularse con explicación no pedida: "En esta elevada encomienda el interés nacional está y siempre estará por encima de cualquier otro o de conjeturas que pudieran hacerse a nuestro trabajo, porque las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional tenemos claro que la subordinación al poder civil es norma, responsabilidad y convicción " y, por tanto, continuó: "La carrera militar jamás contempla aspiraciones políticas, su esencia es otra, y se puede apreciar en las acciones que realizan las tropas a lo largo y ancho de la República Mexicana, la lealtad a la Patria es conciencia, deber y vocación". Salvo en su discurso que, aunque de verde se vista, guinda se queda.

Acoto, el ciudadano Luis Crescencio Sandoval goza a plenitud sus derechos políticos y esperamos lo siga haciendo —y nosotros con él— por tiempos sin fin. Pero el secretario de la Defensa Nacional con el mando militar que detenta y la ascendencia que le da la disciplina que caracteriza a nuestro Ejército debe hacer exclusivamente lo que la ley expresamente le mandata. Permítanme poner un ejemplo. La propia legislación electoral prohibe el acceso a las casillas de uniformados, salvo que sea a solicitud del presidente de la misma y para restablecer el orden. El propio Sandoval no podría entrar con su uniforme de gala a votar y menos convocar en ella a hacerlo en favor de algún color. Y ello responde a la autoridad de curas, jefes militares, gobernantes e, incluso, maestros y doctores llegan a tener sobre los ciudadanos. Pues igual, como ciudadano puede apoyar al partido de su predilección, pero como funcionario público está obligado por la propia Constitución a la imparcialidad.

A Hank González los hoy Morenos exigían su cabeza como secretario de Agricultura por haber enviado desde el fax de su secretario particular una invitación a un evento del PRI. Hoy vemos a un General Secretario que en nombre de los tres poderes de la Unión llama a apoyar al partido en el poder.

La Cuarta Transformación podrá ser un proyecto de nación, si algún día logra alguien dotarle de definiciones, contenidos e indicadores, pero seguirá siendo un proyecto de Morena, una bandera partidista, un estribillo electorero y una aspiración política.

Sandoval cruzó ayer el Rubicón. ¡La suerte está echada! (alea iacta est). ¿Lo seguirá a Roma el grueso del Ejército?

¿Avanzamos?

¿O será acaso la Cuarta Transformación la militarización de la vida nacional?

Publicado en LFMOpinión.

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