Panóptico


Enojado con el mundo

Cuando en la sede del orden político no hay espacio para la política, el poder se vacía de pueblo y legitimidad.

#TheBunkerNoticias | Enojado con el mundo
Por: Luis Farias Mackey
  • 07/11/2021

Ortega y Gasset decía que el político se siente por el orden que con la mayor naturalidad hace prevalecer. No necesita de gritos ni grillete; dúctil y gentilmente cada uno va ocupando sutilmente su lugar, hasta que nadie se siente ajeno ni desubicado.

El orden político es como esas oberturas que lenta y silenciosamente surgen de un caos sonoro en sinfonía.

El orden político es uno muy diferente al totalitario. En el primero la pluralidad es consubstancial y respetada. Todos tienen espacio, diferenciación y libertad: son alguien. En el segundo, todos son ajenos y excluidos, indiferenciados, incomunicados y dependientes: son algo semejante a un amasijo primordial.

El orden político no se impone desde arriba, se construye con el concurso de todos.

Por ello acuerdo y política van siempre de la mano.

El orden político no es, por supuesto, un mundo perfecto; es solo un mundo vivible.

Por eso el político, el verdadero político, busca el avenimiento, la suma, la concertación, el pacto.

No hay sociedad que no se funde en un pacto. Los hay de sangre, de familia, de credo, de raza, de dinero, de vicio, de delito. Pero sólo la política se funda en un pacto político, que no puede ser más que el de todos.

Por eso no es menor lo que el presidente nos reveló esta semana, después de patinar por medio día con la firma del acuerdo mundial contra la desforestación. Forzado que fue a firmar por la presión nacional e internacional, López Obrador quiso justificarse el día siguiente presumiendo que él había propuesto el acuerdo y éste se inspiraba en el programa clientelar de desforestación, ¡único en el mundo!, llamado Sembrando Vida.

Lo significativo, sin embargo, fue cómo abrió el tema: “A ver, para que se enojen”.

Esa frase pinta, expresa y define el genio y figura apolíticos de Andrés Manuel López Obrador.

No buscaba concertar, explicar, razonar; siquiera justificarse. Expresa y públicamente provocaba el enojo.

Quien siembra enojo, cosecha conflicto. Quien pavimenta su camino de rijosidades, pide a gritos que le descuadren el hocico.

Hacer enojar es negar toda posibilidad a la política. Es romper la mesa para que nadie se siente a concertar a su alrededor.

Quien saluda haciendo enojar busca el desacuerdo.

Ahora bien, ¿qué suerte le espera a quien anda regando el jardín a su cargo con enojos? La marginación.

Si la sociedad no encuentra en la sede de la política espacio para la política —la convivencia organizada y normada—, abrirá otros ámbitos ajenos el poder y éste, aún siendo de origen democrático, se desnaturalizará y vaciará de sociedad y legitimidad. Se quedará con la impotencia de su enojo.

Finalmente, se requiere estar muy enojado con el mundo para querer hacer enojar al mundo.

De nosotros depende escoger entre el enojo y la política.


Publicado en LFMOpinión.

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