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Ese lugar del universo; músicos malogrados

Al parecer, Don McLean no atinó del todo con su emblemática canción “American Pie”, pues la música no ha muerto sólo un día. Queda aquí constatado.

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Por: Redacción
  • 02/11/2021

Colaborador invitado:
Nation 27



En alguna parte del universo hay probablemente un lugar donde se encuentra todo el gran arte que nunca salió a la luz. Un museo de increíble arte perdido que no logró surgir por culpa de la heroína”, dijo alguna vez el canadiense Neil Young, padrino del Grunge y mucho más que eso, pilar y tesoro musical del país de la hoja de maple.

Lo decía en torno a los músicos reclamados por la droga, pues en su lógica fantástica, la estirpe de Euterpe falló en mantener algunos de estos mensajeros lejos de las garras del inclemente Hades.

Fuera del contexto macabro de los estupefacientes, es cierto que, a lo largo de la historia, el dios del inframundo ha reclamado para sí las dotes de algunos especímenes valiosos. Próceres en desarrollo o en plenitud, interrumpidos de aliento y existencia, malogrados artistas que tenían el futuro para sí mismos, pero que, ya sea por descuido, negligencia o simple fatalidad, no consumaron el deber cósmico que tenían.

Por ellos, y aprovechando el marco del Día de Muertos, he aquí un pequeño homenaje a algunos de los músicos que prometieron efímeramente. Estos artistas, sin ser todos, son ejemplos notables de carreras prometedoras cortadas de tajo por el destino.

Jeff Buckley
Lo mucho o poco que la crítica puede decir de Jeff Buckley es nimio en comparación con las opiniones de otros grandes músicos y artistas. Con un solo álbum grabado y terminado en vida —el fastuoso Grace de 1994—, Buckley recibió el reconocimiento de gente como Paul McCartney y Thom Yorke, pasando por Jimmy Page, Robert Plant, David Bowie, Matt Bellamy, PJ Harvey, Bob Dylan y muchos otros quienes mostraron en su momento reverencia por el trabajo de este magnífico vocalista.

Lamentablemente, Buckley murió ahogado la noche del 29 de mayo de 1997 en el río Mississipi en Memphis. De ello habla la canción de Rufus Wainwright, “Memphis Skyline”. A la postre, otros portentos como Chris Cornell y Elizabeth Fraser le rindieron tributo en “Wave Goodbye” (en la que el también fallecido cantante de Soundgarden y Audioslave imita la característica voz del californiano) y “Teardrop”, respectivamente.



Andrew Wood (Mother Love Bone)
En 1990, un año antes de la gran explosión Grunge que sacudió las mentes de los escuchas, murió como consecuencia de una sobredosis de heroína Andrew Wood, frontman de la banda alternativa Mother Love Bone.

Tras la sobredosis, Andrew Wood todavía llegó al hospital vivo, aunque en comatosa; tres días después, el 19 de marzo, fue declarado muerto a las 15:15 horas.

En ese mismo año, semanas después del trágico hecho, Mother Love Bone lanzaría su primer y único álbum Apple, considerado como pieza seminal para el incipiente sonido que reventaría las bocinas radiales meses después con el Nevermind nirvaniano.

Sin embargo, Wood trascendió no sólo por mérito propio, pues su fallecimiento inspiró a su otrora amigo, el ya mencionado Chris Cornell, a grabar el álbum tributo Temple of the Dog —disco donde, por cierto, debuta el futuro líder de Pearl Jam, Eddie Vedder—. Del plato destacan dos temas dedicados al trágico artista: “Say Hello 2 Heaven” y Reach Down”.



Ian Curtis (Joy Division)
El mítico Ian Curtis apenas grabó dos LP en vida —el obscuro Unkown Pleasures y el claustrofóbico y asfixiante Closer— cuando decidió anular su accidentada existencia. Con eso bastó para convertir al postpunk en religión.

Al momento de su muerte, Curtis no sólo padecía una incansable epilepsia y depresión, sino que transitaba por momentos personales y profesionales difíciles como su inminente divorcio de Deborah Curtis, una relación de amasiato tormentosa con la periodista Annik Honoré y un turbulento despegue comercial debido en parte a que no podía desempeñarse adecuadamente en su arte a causa de sus ataques de epilepsia.

Todo lo anterior, así como su paso por Factory Records y detalles de su carrera, está fielmente recreado en la película biográfica de 2007 Control, dirigida por Anton Corbijin, obra inspirada en las memorias de la propia Deborah, Touching form a Distance.

El único éxito comercial de la banda, el sencillo “Love Will Tear Us Apart”, fue grabado en noviembre de 1979, pero alcanzó el número 13 de las listas británicas después de la muerte del cantautor.

Curtis se ahorcó en su cocina el 18 de mayo de 1980. Tenía sólo 23 años de edad.



Rockdrigo González
De nombre Rodrigo Eduardo González Guzmán, Rockdrigo nació el 25 de diciembre de 1950 en Tampico, Tamaulipas.

Muchos lo consideraron el Bob Dylan mexicano y no le faltaron méritos trashumantes para ello. En sus canciones reflejó el espíritu de sus andares, siempre agridulces y canibalescos en el contexto de la urbanización del entonces Distrito Federal y de los cinturones de miseria de la zona conurbada de la capital mexicana.

El asfalto, la terracería, perros roñosos, drogadictos, prostitutas y la migración son parte indispensable de sus odas melancólicas y entrañables. Canciones vigentes que nos regaló el autonombrado ‘Profeta del Nopal’ como “No tengo de cambiar de mi vida” y “Vieja ciudad de hierro” son ya parte importante del cancionero nacional.

Rockdrigo, como muchos otros mexicanos, murió en el terremoto que impactó a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985, pero ahí nació la leyenda del llamado rock rupestre.



Cliff Burton
Difícil resulta escribir sobre las muertes en el metal, pues este amplio género y sus decenas de subgéneros ha dado algunas de las historias más trágicas de la industria. Se me ocurre, a bote pronto, el infame asesinato sobre el escenario de Dimebag Darrel (Pantera) a manos de un maniático.

Sin embargo, si de carreras truncadas hablamos, sin duda la muerte del bajista de Metallica, Cliff Burton, es una de las narrativas más dolorosas para los metaleros.

El 27 de septiembre de 1986, Metallica se dirigía vía carretera a Copenhague, Dinamarca; sin embargo, durante el viaje el camión en el que viajaban se derrapó y rodó fuera de control hasta lanzar por una ventanilla a Burton. No terminó de caer cuando el vehículo se precipitó sobre su cuerpo, arrebatándole la vida.

El fallecimiento de Clifford Lee Burton dejó un vacío imposible de llenar para su banda. Digno y justo sería mencionar que el talentoso bajista marcó un antes y un después para el séquito metalero, pues tras su pérdida la banda se reconfiguró sin nunca más alcanzar los estándares de álbumes como Ride The Lightning o Master of Puppets, de los que Cliff Burton era parte vital. Todavía se alcanzaron a salvar resquicios de su legado en …And Justice For All, pero después de eso vino un ineludible cambio de sonido.

Sin duda ver a Burton interpretar ese poderoso ritual llamado “Anesthesia (Pulling Teeth)” es de esos momentos que sabemos nunca volverán a pasar… ni siquiera para Metallica.



Steve Marriott (Humble Pie y Small Faces)
Más que por escasa o poco prolífera, la historia detrás de Steve Marriott es de aparente y nada merecida oscuridad y ostracismo involuntario. La voz de Marriott nada tenía que pedirle a monstruos como Robert Plant, Freddie Mercury o Roger Daltrey, todos contemporáneos suyos. Tristemente el público masivo no supo apreciar en su tiempo la garra cuasi gospel detrás de canciones como “30 Days in the Hole” o la deliciosa “Hot N’ Nasty”, al menos nunca en el mismo nivel de endiosamiento que llevó a otros frontmen a llenar estadios.

Steve Marriott murió calcinado por un incendio en su propia casa. Se dice que un cigarro provocó el siniestro que le quitó la vida en 1991.



Jimi Hendrix
¿Por qué poner a Jimi Hendrix en esta lista si su obra es lo bastante sólida como considerarse efímera? La respuesta se resume en una palabra: prospectiva

Prospectiva truncada, cortada de tajo por una ingestión de vómito a causa de una intoxicación de barbitúricos. Él, el gran guitarrista negro, muerto en el departamento de su novia Monika Danneman, lejos de su natal Seattle, lejos de la conciencia de su propio fenecer.

Lo imagino en el filo de su muerte completamente accidental, aferrándose a lo que tuviera cerca, tumbando con la torpeza de los últimos estertores cosas, muebles, guitarras y más barbitúricos.

Prospectiva fría, muerta como él, porque Hendrix fue de muchas formas la cumbre del rock and roll y con su partida el género dio muchos pasos hacia atrás. Ni siquiera el rock progresivo supo evolucionar correctamente de aquel 4/4 salvaje de la manera como lo hizo Hendrix.

¿Y por qué prospectiva si con los tres álbumes que terminó y publicó en vida basta para defender su legado como el mejor guitarrista de todas las épocas habidas y por haber? Pues porque entre sus planes estaba incursionar en el amplio espectro del jazz. Incluso, antes de su muerte, el guitarrista tanteaba un proyecto de big band bajo la dirección de Gil Evans.

Quizá un poco aburrido de las estrechas arcas del rock, Hendrix se encaminaba hacia horizontes musicales inéditos. Ya estaba en ese horizonte el free jazz, la fusión y las locuras eléctricas y de avanzada de Miles Davies —inspiradas, por cierto, en la obsesión que el trompetista tenía con el de Seattle—. Todo ello, más su genio indiscutible, nos dejarán siempre pensando qué podría haber sido si este gitano futurista hubiese permanecido en este plano de la existencia.

Hendrix murió el 18 de septiembre de 1970. No fue él quien inauguró el mítico ‘Club de los 27’, pues la piedra rodante Brian Jones se le adelantó un año antes (hay incluso quienes afirman que este “honor” pertenece al bluesero Robert Johnson), aunque poco después del exilio definitivo de Hendrix hacia el plano astral, sí que lo completaron en cascada la pérdida de Janis Joplin (4 de octubre de 1970) y de Jim ‘El rey Lagarto’ Morrison (3 de julio de 1971). A la zaga maldita se le sumaron muchos años después Kurt Cobain y Amy Winehouse.



Amy Winehouse
La contralto Amy Winehouse completa esta sesgadísima lista. Cantante y compositora británica, Winehouse es un caso excepcional para la música moderna y un motivo de tristeza perpetua para los melómanos. Basta con escuchar completo su segundo disco, el tormentoso Back to Black y dejarse llevar por su estilo estridente, machacón y sensual para comprender la tamaña pérdida.

Se le comparó con la también malograda Janis Joplin, aunque a diferencia de la ‘Bruja Cósmica’ hippie, la Winehouse murió en la cumbre de su potencial, con claroscuros obvios en una personalidad así de estridente y en una época que necesitaba con urgencia de una honestidad musical como la suya.

Murió de intoxicación etílica el 23 de julio de 2011. Sin duda alguna, Winehouse es de la misma estirpe que Billie Holiday, Bessie Smith y Janis Joplin. Todas ellas mujeres adelantadas a sus épocas: metafemeninas. Descansen en paz, divas y emperatrices musicales.



Se nos quedan en el tintero inúmeros casos de otros músicos prominentes que, como dice Neil Young, guardaron su arte en ese espacio metafísico reservado para lo etéreo. Desde Duane Allman hasta la flotilla efímera de Lynyrd Skynyrd, pasando por Bon Scott, Marc Bolan, Otis Redding, Buddy Holly, Stevie Ray Vaughan, Sam Cooke, Mark Sandman y muchos más que requerirían de una enciclopedia completa.

Al parecer, Don McLean no atinó del todo con su emblemática canción “American Pie”, pues la música no ha muerto sólo un día. Queda aquí constatado.

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Créditos de imágenes: $pacemilk, pixabay, Daniel Case y Especial.


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