Mujeres líderes, expertas y activistas se reúnen para construir la agenda de género de la CDMX
Estudio sin compromiso con la vida universitaria y terminación de carrera por necesidad pero sin convencimiento, por razones ideológicas y políticas legítimas, pero que marcaron una animadversión personal que hoy se hace política pública.
lfmopinion.com
Con frecuencia los políticos, aún con plausible buena intención, hacen vergonzosas declaraciones que pudieron haberse ahorrado quedándose callados.
El famoso pejePresidente no es la excepción, ha hablado de todo, tanto, tanto, desde la mañanera, que al anochecer cae rendido, tal vez, hecho bolas, con desgarres que aliviar en la siguiente mañana.
Muchas veces, las letras configurando palabras inconexas salen de su boca presidencial sin ton ni son. Este… este… este… repite con frecuencia en busca de la frase perfecta, ‘porque su pecho no es bodega’.
En la mayoría de las ocasiones, sin embargo, la fórmula funciona. Se le siente cerca del pueblo. Es auténtico. Su popularidad es altísima, más allá del 61 por ciento. Yo mismo que voté por Morena me sigo entusiasmando con su embeleso y pasión, con su deseo de cambio, aunque los resultados en contra de la corrupción y la violencia, entre otros, dejen mucho que desear.
Aplaudí la nueva iniciativa de Ley de Energía, aunque ahora para lograr la mayoría calificada en la Cámara de Diputados se hable ya de una ley edulcorada para no abrumar en demasía a los inversionistas, sin importar que sean abusivos y españoles.
El chiste se cuenta en todos lados y sigue provocando sonrisas de conmiseración: el peor enemigo del pejePresidente no es Calderón, ni los X’s, ni el joven Peña; ni siquiera los orgánicos vendidos al capital extranjero y corruptos de la cabeza a los píes. Tampoco los poderosos dueños de medios de comunicación, radio, televisión y periódicos, que le atizan a diario, acostumbrados como estaban a recibir prebendas. No, su peor enemigo es ÉL mismo.
Ya cercado por su círculo cercano, ya sin ninguna autolimitación, recientemente criticó a las universidades públicas y privadas, particularmente a la UNAM. Me parece que ahí se equivocó en modo y forma. Tuvo una mala jornada.
Habría que haber considerado que su opinión no es sólo la de un exalumno despechado, es la del presidente de la República y su propósito debe de ser claro: ayudar para mejorar… lo que siempre es posible, nunca denostar por locuacidad. Lo que apoya sirve y al revés también pasa.
Yo creo que la animadversión que la 4T mostró en contra de la vida universitaria es, en parte, porque el famoso pejePresidente estudió sin comprometerse con la vida universitaria, por razones ideológicas y políticas, que lo orillaron a terminar por necesidad, aunque sin convencimiento. Su compromiso de lucha contra la pobreza y a favor del indigenismo lo definió en su totalidad.
Si hubiera malos manejos y latrocinios, o actos administrativos abusivos en las universidades, actúese en consecuencia y consígnese a los corruptos. ¡Hechos no palabras!
A pesar, incluso, de padecer esta quelónica Fiscalía autónoma que se mueve con vergonzosa lentitud y a la que aún le tiene confianza, aunque de haber denuncias seguramente dormirían el sueño de los justos por toda la eternidad.
Más precisamente, golpear a la Junta de Gobierno, a los consejos universitarios, a los rectores, directores, maestros y alumnos en general, a la UNAM especialmente, por deporte o por antipatías personales, y criticar la totalidad académica universitaria es, no sólo de mal gusto… parece una locura. ¿Para qué sumar otro adversario más?
Y aunque pudiera tener razón, fuera mejor usado el tiempo y su esfuerzo para contribuir con toda su capacidad crítica y potencia a que la Fiscalía despertara de su acomodaticio sueño, que en efecto se reduzca la violencia y se acaben enfrentamientos entre pueblos de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, por ejemplo, y se acabe la corrupción, ejemplar en el Poder Judicial. Para promover más presupuesto y mejores sueldos académicos. Para terminar con las diferencias salariales abismales entre maestros.
Más aún, en efecto, hay universidades públicas y privadas en manos de mafias como son la Universidad de Guadalajara con el grupo de Padilla, la Universidad de Puebla y la de Tlaxcala, la de Nuevo León, Chihuahua, Tamaulipas, Michoacán y otras muchas bajo mando de expanpriistas embozados, de académicos flojos y acomodaticios. En el sector privado, el caso de la Universidad de las Américas es lamentable.
Sin embargo, ‘Eppur se muove’. En la UNAM viví como estudiante varios de los mejores años de mi vida. Estudié, aprendí, discutí, hice magníficos amigos, me enamoré, me desenamoré. Participé en tiempos convulsivos, desde el 68 para adelante. Durante 25 años di clases de asignatura en Economía y en Contaduría y Administración, en la licenciatura y el posgrado.
Me ofrecieron la Secretaría General en Economía y por estar convencido de que mi identidad era con otro grupo, no acepté.
En la entonces Escuela y más tarde Facultad de Economía, tuve magníficos maestros y otros no tanto; entre los primeros, sobresalientes: Armando Labra, Solón Zabre, Martin Luis Guzmán Ferrer, Ifigenia Martínez de Navarrete —entonces directora y ahora laureada— José Luis Ceceña Gámez y su hijo, Ceceña Cervantes, Adolfo Orive Alba, Adolfo Gilly, Carlos Tello, Tonatiuh Gutiérrez y el viejo Silva Herzog.
Nunca tomé clases con Rolando Cordera, que tenía buena fama, pero a mí siempre me pareció demasiado pedante y creo que el tiempo lo confirmó.
En mi época de académico tuve el privilegio de tener buenos y malos alumnos. Siempre pensé que es más fácil enseñar a los mejores y no es tan fácil, pero de mayor satisfacción, empujar a los menos brillantes y sacarlos adelante.
Tuve el gusto de aprender también de aquellos contados magníficos alumnos y, con algunos, cultivo aún su amistad. Algunos me buscan y me felicitan por alguna nueva publicación, artículo o por el Día del Maestro. He conquistado su respeto y, en ocasiones, su afecto. Y yo los felicito por sus éxitos, o el de sus hijos, que también es el suyo, como lo es para los maestros el progreso de cada uno de nuestros alumnos. “Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida…”
La Universidad Nacional Autónoma de México, a pesar de poder estar incluso temporalmente en deuda, es la mejor opción para que los jóvenes mexicanos se formen en la libertad, la educación, la crítica y la cultura. ¡Viva la UNAM!
Publicado en LFMOpinión.
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