Panóptico


La locura de las masas

La mente no tiene, como el cuerpo, un sistema inmunológico; es proclive a epidemias psíquicas en donde colectivos pierden el pensamiento crítico y objetivo, y se manejan por miedos y fantasías fácilmente manipulables, totalitarismos mesiánicos. ¿Le suena?

#TheBunkerNoticias | La locura de las masas
Por: Guillermo Dellamary
  • 16/10/2021

Así como una epidemia se puede convertir en una amenaza para la salud de la humanidad, de igual manera la locura se puede transformar en una PANDEMIA altamente destructiva.

Carl Gustav Jung, en Civilization in Transition, subrayó este punto, al recordarnos que las fuerzas más amenazantes para nuestra civilización, no son las de la naturaleza o las enfermedades del cuerpo, sino nuestra incapacidad para lidear con las fuerzas de nuestra psique.

El problema se complica cuando llegamos al punto de confundir lo sano de lo enfermo, lo normal con lo patológico y aceptamos vivir en la locura como la norma.

Cuando llegamos al punto de vivir en la locura y perdemos la objetividad de saber qué es lo sano y lo correcto, entonces estamos ya viviendo lo que Jung llamó una epidemia psíquica.

En su escrito Symbolic life, Jung nos dice: "No son las hambrunas, los terremotos, los microbios o el cáncer, sino el propio hombre la peor amenaza para sí mismo, por la simple razón de que no tenemos la protección adecuada contra las epidemias psíquicas, que acaban por ser tremendamente más devastadoras, que las peores catástrofes naturales".

Es decir, no contamos con un sistema inmunológico en la mente parecido al que poseemos en el cuerpo para protegernos de los agentes patógenos.

Una de estas epidemias que nos pueden invadir es la de perder la claridad de la realidad y vivir en la fantasía, impregnados de ilusiones. Y así extenderse al colectivo y vivir en una locura de masas, en donde las fantasías y la distorsión de la realidad se convierten en la norma y se da por hecho que esa es la realidad, perdiendo así el pensamiento crítico y objetivo.

En la historia tenemos varios ejemplos, como en el Imperio Romano fue satanizar y perseguir a los cristianos por verlos como una amenaza y llevarlos al circo, para hacer de su muerte un espectáculo. O en la Edad Media colectivizar que los herejes eran una terrible amenaza para la cristiandad y así lograr recuperar tierra santa por medio de las cruzadas. O más recientemente las acusaciones en Salem de brujas poseídas por el demonio y —por ello— llevadas a la hoguera.

Así, la dispersión de una idea ilusoria que señala culpables y por tal motivo dignos de eliminación de forma brutal y cruel es una forma de locura de masas. Se pierde la objetividad de la razón y se desatan ilusiones fomentando el odio y la venganza.

Se esparcen ideas por la mente de los miembros de un grupo y todos las viven sin cuestionamiento y objetividad alguna. Hasta convertirse en la consigna o norma de la masa y, así, todos poseen la misma percepción y pensamiento y por ello se comportan de la misma manera.

En términos de Jung, la psicosis de las masas ocurre de tal manera que es devastadora, porque hace de los individuos unos seres que pierden la moral y la espiritualidad hasta niveles muy bajos, cayendo en unos niveles de inteligencia muy inferiores, haciéndolos más irracionales, irresponsables y emocionalmente desequilibrados. Lo peor de todo, en ser capaces de cometer todo tipo de crímenes en contra de los señalados como enemigos y culpables.

Un punto muy importante es que una vez infectados por esta psicosis de masas, también se pierden la autocritica y la consciencia de ello. Ya no se dan cuenta de lo que sucede y actúan sin pensar. Y se deja de tener la capacidad de observar y de corregir los errores, simplemente porque ya no se piensa y se acepta como real y verdadera la locura colectiva.

Se comprende, en parte, que la psicosis individual tenga su origen en el trastorno causado por un abuso de drogas, una lesión cerebral o cualquier otra enfermedad, incluso con raíces genéticas. Pero esta locura grupal, su principal causa es el desequilibrio emocional debido al miedo, el enojo, la tristeza, la frustración y muchas más de las emociones negativas que nos azotan, llegando a convertirse en pánico colectivo y en la urgente necesidad de salir de él.

La manera más sana que tiene un individuo para salir del pánico es enfrentando el peligro con valentía y arrojo. Adaptándose en forma inteligente a las circunstancias. Pero en una mente débil, la respuesta al miedo exacerbado es la ruptura psicótica. Que no se trata de la entrada a un desorden mayor de la mente, sino a acomodar caprichosamente la realidad a las fantasías que tiene a la mano mezclando realidad con imaginación y verdadero con falso. Buscando, a como dé lugar, acabar con el miedo. Sin importar qué tanto distorsione la realidad o qué tan lejos esté su explicación de lo lógico y lo sensato. Ya no importa lo confuso y lo imaginativo de su experiencia, sino salir de su estado de pánico a como dé lugar.

La psicosis individual compone la realidad a su muy particular visión, ya sin importar la inclusión de múltiples componentes psicopatológicos, tanto emocionales como cognitivos.

Así se pierde la autocritica y la objetividad, llegando a vivir su propio mundo, el cual se explica y vive ya sin importar los principios de la realidad y la lógica, propios de una mente sana.

El mundo del psicótico se configura más en sus fantasías y caprichosas explicaciones, que lo llevan a vivir de una manera muy peculiar envuelto en diversas emociones negativas entrelazadas con bizarras explicaciones de sus miedos y de su forma de enfrentarlos, sin importar la congruencia y la adaptación a la realidad. Más bien huyendo y escapándose de la realidad de una manera fantasiosa y falsa.

Es finalmente, una manera anormal y patológica de enfrentar y superar los miedos y peligros de la vida.

El problema de la psicosis es que no sólo le sucede a uno o varios individuos, sino que se extiende a toda una comunidad, por ello se habla de una epidemia. Y, lo que es más grave, es que aquellos que están siendo afectados, ni siquiera se dan cuenta de ello. Y como son muchos los que comienzan a tener las mismas afecciones al mismo tiempo, se pierde el punto de referencia de la realidad y, en vez de desarrollar el pensamiento crítico y ver los errores, más bien defienden su locura, su visión fantasiosa e irreal y así se respaldan unos a otros, de entre los ya afectados.

De esta manera la psicosis se colectiviza y se acaba por convertir en norma, tal y como ha sucedido con regímenes totalitarios y fascistas. Son rupturas masivas de la cordura y la sensatez, para convertirse en estados mentales insanos y fantasiosos, pero con un fuerte apego a su convicción de que están en lo correcto y de que su visión es la mera realidad.

Psicóticos y psicópatas fácilmente pueden controlar y someter a un montón de borregos hipnotizados sin capacidad de discernir la realidad, porque no ven otra, más que su propia fantasía.

La psicosis colectiva se puede entonces definir como el desprendimiento y la distorsión de la realidad, acompañada de la pérdida de la capacidad adaptativa a las relaciones humanas que no piensan como ellos, llegándolos fácilmente a considerar como sus enemigos. En el proceso, edifican pensamientos y creencias que sustenten sus acciones hasta el punto de afirmar que tienen la razón y la certeza de que están en lo correcto y de que sus enemigos están equivocados.

Muchas personas afectadas por la psicosis de masas suelen padecer de un cierto tipo de delirio, como puede ser el de paranoia, que se caracteriza por sentirse constantemente perseguidos o hasta atacados. O bien delirios de grandeza o de poseer una misión especial o poderes sobrenaturales.

El problema se agrava dado que los psicóticos lo dan como un hecho y es verdadero, cuando a la luz de la objetividad de las ciencias, son pura imaginación con componentes falsos e irracionales.

Pero son capaces de destruir y matar a sus enemigos por este tipo de fantasías.

Por ello Carl Jung, en Psicología y Religión, llegó a decir que los disturbios psíquicos son mucho más peligrosos que las epidemias o los terremotos.

Las causas más inmediatas de una psicosis colectiva, suelen ser el miedo y la ansiedad al futuro amenazante y peligroso. Acompañadas de diversas emociones negativas, que para escapar de este estado de pánico, se dispara la imaginación con reacciones negativas y entonces se señala y descarga la agresividad hacia un objeto específico, que se inventa como la causa de la peligrosa amenaza.

Y un pequeño grupo —en lo sucesivo el colectivo— se extiende a base de buscar el apoyo de más personas a través de trasmitir la misma fantasía generadora del pánico. Y señalar a los que se consideran como los culpables.

Cuando un colectivo desencadena su furia y enojo contra lo que supone es la amenaza, en ese momento se considera un quebranto psicótico de la masa, que ahora actúa en forma violenta contra sus enemigos.

Como su comportamiento está basado en fantasías y delirios de múltiples tipos, el colectivo se comporta en forma disfuncional y anómala.

Y cada vez que se inyecta más miedo y pánico, más se exacerban las conductas violentas contra el enemigo.

La psicosis de masa es ya una realidad social y fácilmente se convierte en una poderosa arma, en manos de quienes la saben utilizar a su favor.

Así se persiguen brujas, cristianos, judíos, infieles, inmigrantes o invasores. Y esa locura es de la masa enferma, y no de quien la fomenta y aprovecha. Quien al fin y al cabo se suele lavar las manos de las terribles consecuencias.

La locura colectiva cumple su función exterminadora y es un útil aparato mortal e ideológico que está a disposición, entre otros, del totalitarismo y el fascismo.


Publicado en LFMOpinión.

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