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Monreal cruza su Rubicón

Monreal ha cruzado su Rubicón, llegando así a un punto de no retorno. Lo hace con prudencia, casi con sigilo, pero desliza: Morena debe lograr una vida institucional, léale propia.

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Por: Luis Farias Mackey
  • 11/10/2021

Monreal pone la pica en Flandes: la institucionalización de Morena.

Con motivo de quítame estas pulgas, aderezado con el método de selección de candidatos y no sin darle una buena restañada al casi desaparecido Mario Delgado, el senador Ricardo Monreal se atrevió a decirlo con todas sus palabras:

“Tenemos que generar las condiciones que permitan construir un partido con vida institucional, ya que Morena no puede ser un grupo con intereses encontrados, sin orientación y sin debate interno”.

No lo dijo abiertamente y con la centralidad que el tema representa para la vida o muerte de Morena; pero lo puso sobre la mesa.

Sostuvo en Quintana Roo, con motivo de un informe parlamentario de su compañera Marybel Villegas, que “quizás nuestro principal problema, nuestro talón de Aquiles, sean los procedimientos de selección de candidatos a puestos de elección popular”.

Ello para postular elecciones internas como método de selección de candidatos en Morena, por cierto, más apegado al mandato constitucional que obliga a procesos internos democráticos en los partidos y al origen del hoy Morena, ayer PRD y en sus inicios Corriente Democrática dentro el PRI: democracia interna, demandaban Cuauhtémoc, Efigenia y Porfirio.

Sin embargo, como muchos morenistas que ven al futuro con objetividad, Monreal sabe que el talón de Aquiles de Morena es su falta de vida institucional.

Toda la teoría e historia de partidos lo muestra: los partidos de caudillo son efímeros por girar en torno a una gran figura predominante, pero los “dilemas de la organización” de Panebianco muestran que la subsistencia de toda organización —más aún las partidistas— dependen de la institucionalización de sus reglas, procesos de toma de decisiones, mecanismos de ingreso y ascenso, estímulos y castigos. Ello demanda de un cuerpo doctrinario más allá de proclamas vacías, de una estructura funcional y eficaz, de mecanismos de comunicación y coordinación aceitados, normatividad interna y los rejuegos y acomodos propios de todo ente colegiado.

Vida institucional le llama Monreal, con orientación y deliberación interna. Institucionalización por sobre caudillaje.

No le regateo a Monreal, sin embargo, la contundencia de sus palabras: “Construir un partido con vida institucional, ya que Morena no puede ser un grupo con intereses encontrados, sin orientación y sin debate interno”. Se lee fácil, pero imaginemos cómo se leerá en Palacio Nacional: Morena es un movimiento de caudillo —lo cual no puede ser más cierto—, sin brújula ni destino y sin deliberación, es decir, sin vida plural; en otras palabras, sin vida política propia. Sin entidad, solo movimiento.

Para mí con esto Monreal ha echado la suerte. Ha cruzado su Rubicón.

Hábil, como es Monreal, no podía plantearlo así de crudo, lo hace adulcurado, con prudencia y sigilo. Peor lo hace. ¡Enhorabuena!

Finalmente, las encuestas de Morena son tan fantasmagóricas como Lozoya —hasta Lourdes Mendoza— y, le asiste la razón nuevamente a Monreal, están agotadas y podrían llevar a Morena a una división terminal.

Coincido con Monreal, pero me temo que en Morena los más radicales no.


Publicado en LFMOpinión.

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