Mujeres líderes, expertas y activistas se reúnen para construir la agenda de género de la CDMX
Cuando se comparan gabinetes, éste de corcholatas y floreros no sale muy bien parado. Usted, ¿qué opina?
Pendiente
De Salinas de Gortari se podrá decir lo que sea, pero no que no haya sabido rodearse de un buen equipo.
Un equipo dispar, solo controlable por una inteligencia capaz de surcar interlocuciones diversas y agendas coordinadas.
En un extremo tenía a un grupo técnico financiero que le permitió diseñar, estructurar e implantar un cambio con rumbo y consistente. De ello, precisamente, se duele un día sí y otra también, el presidente López Obrador.
Por otro, un grupo político para asegurar gobernanza.
Y uno más de ejecutores y administradores públicos.
El primero diseñaba e instrumentaba, el segundo controlaba y operaba; el tercero era eminentemente un eficaz ejecutor.
En el primer grupo alineaban Pedro Aspe en Hacienda, Ernesto Zedillo en Programación y Presupuesto, y Serra Puche en Comercio y Fomento Industrial. Con ellos José María Córdova en la jefatura de la Oficina del presidente y con Juan Rebolledo dando contenido ideológico y programático al proyecto; Otto Granados y Carreño Carlón dándole voz y Colosio en la conducción política del PRI y sus entonces precarios equilibrios.
En el grupo político Fernando Gutiérrez Barrios en Gobernación y manejo político; Fernando Solana de Canciller; Bartlett en Educación a cargo de contener al sindicato; Farell Cubillas en trabajo para orientar el sindicalismo laboral; Cervera Pacheco en Reforma Agraria a cargo de conducir las siempre tensas relaciones con las organizaciones campesinas e impulsar las reformas al 27 constitucional y Álvarez del Castillo en la Procuraduría General.
En medio de ambos extremos encontrábamos a De la Vega Domínguez en Agricultura, Hank González en Turismo, Fernando Hiriart en Energía, Andrés Caso en Comunicaciones y Kumate en Salud y Carlos Rojas, subsecretario encargado de Solidaridad.
Aparte de todo giraba en solitario Manuel Camacho.
Se podrá estar en contra de todo lo que haya hecho Salinas y odiar a los antes mencionados, pero nadie puede negar sus capacidades.
Vi a Salinas operar, coordinar, castigar y, sobre todo escuchar. Quizás al final del sexenio su capacidad de escucha menguó, pero siempre fue y sigue siendo un hombre que pregunta, escucha, acepta cambiar de opinión y se deja ayudar.
Muy diferente al gabinete de floreros y corcholatas que se observa y al coro de rencor ofuscado que se padece.
Sin duda, ¡no son iguales!
¿No cree usted?
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