Espiral


Magistral el magistrado Reyes Rodríguez

Que se escuche: la crisis del Tribunal Electoral y otras instituciones responde a injerencias externas que impiden el diálogo colegiado, plural e independiente. Claro y fuerte debe escucharse a Rodríguez en la Consejería Jurídica y el Senado, entre otros.

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Por: Luis Farias Mackey
  • 09/08/2021

No sé ustedes, pero a mí me da gusto cuando los temas siguen su circuito de procesamiento y solución, llegan a una conclusión y se finiquitan.

A diferencia de hecatombes de vasto escándalo y rijosidad que simplemente desaparecen sin huella para regresar en cualquier momento con la misma fugacidad y esterilidad.

De ahí la lectura y ponderación de la Carta Abierta a la Opinión Pública del magistrado presidente —hoy en funciones— del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Reyes Rodríguez Mondragón.

Parte de su designación y compromiso expreso de “seguir protegiendo y promoviendo la labor de este tribunal constitucional”, fortaleciendo su “independencia” y “papel fundamental que juega el tribunal como garante de una democracia igualitaria e incluyente”.

De allí, salta a lo que a mi perecer es el punto nodal de su argumentación y conclusión: “la importancia de la colegialidad de este órgano, no sólo porque la colegialidad y pluralidad fortalecen las decisiones que emitimos, sino porque solo de forma colegiada podemos hacer frente a las presiones externas que amenazan la independencia del máximo tribunal en materia electoral".

El argumento se sostiene solo y es impecable. Sacando al TEPJF de la encrucijada de la división e incomunicación en que había caído atrapado.

Planteado el tema de la colegialidad y pluralidad como garantía de independencia, plantea su tema: “La decisión de designarme como presidente de este tribunal —si bien, mayoritaria— fue tomada en ausencia de dos magistraturas que integran el pleno de este tribunal —el magistrado Vargas y la magistrada Soto—“.

Y pasa así a ponderar su aserto y proponer su solución: “Un órgano jurisdiccional colegiado debe cuidar siempre que en sus decisión participen todos sus integrantes. Pero, además, es una regla clave en democracia que los procesos legitiman el resultado. Y eso se requiere en la elección de un nuevo presidente o presidenta del Tribunal Electoral”.

Reconforta leer en estos aciagos tiempos: “La presidencia tiene que nacer del amplio consenso de quienes integran al tribunal, y de un proceso que incluya las voces de todas las y los magistrados que integran el pleno”.

Menester es resaltar el cambio de conversación y narrativa, no se habla de personas, de buenos y malos, de manadas e independientes, de sometidos y rebeldes, sino de la pluralidad, colegialidad e independencia del Tribunal.

El giro es fino y silencioso, no rompe mesas, no estrella la vajilla contra el piso, no rasga tejido alguno; fluye como sobada de abuelita. “El tribunal electoral pasa por una situación en la que es necesaria la reconciliación”.

No nada más el tribunal, apuntamos desde The BúnkerMX.

Como buen argumentista, cierra la pinza Rodríguez Mondragón: La crisis en la sala superior del TEPJF es el resultado de una cadena de acontecimientos que han puesto a prueba la independencia e imparcialidad de este tribunal. Cuando en el debate entre jueces y juezas existe la menor sospecha de que existen injerencias de intereses externos, ese diálogo entre juzgadores para la construcción de mayorías y consensos se vuelve casi imposible”.

Nunca mejor descrita la crisis por la que atraviesan no nada más los tribunales del poder Judicial de la Federación, entre ellos muy destacadamente el Tribunal Electoral, sino también otros órganos autónomos del Estado mexicano y a veces hasta poderes.

El aserto de Rodríguez debe brillar como estrella en el cielo de la institucionalidad esencial de todo colectivo organizado y normado: la injerencias de intereses externos vuelve casi imposible el diálogo institucional. Porque ya no se conversa entre pares, sino con el enemigo encamado.

“Me toca estar a la altura de mi tiempo. Me toca incidir en la reconciliación y la concordia interna. Para ello, voy a dar un paso a un lado para que el tribunal camine hacia adelante. Declinaré presidir este tribunal constitucional para que, en un proceso claro y transparente, entre todos y todas las integrantes de este órgano, podamos elegir a quien lo presida. Ello forma parte sustantiva de nuestra independencia judicial. Ello espero, deseo, que sirva para fortalecer a esta institución y ponerla a la altura que México y Poder Judicial de la Federación merecen”.

Estar a la altura de mi tiempo, reconciliación y concordia internas, proceso claro y transparente, fortalecer al Tribunal, todo ello en un marco de respeto y dignidad que da gusto atestiguar. Marco que merece no injerencia de ningún interés ajeno al Tribunal.

Finalmente, como debe ser en todo verdadero líder, hace “un llamado para que trabajemos de la manopor fortalecer esta institución. Es la hora de la independencia judicial, es la hora de ser árbitros creíbles para todos, es la hora de reconciliarnos a través del derecho y la impartición de justicia”.

“Propongo ver hacia el futuro y abrir el debate y la deliberación para que el el TEPJF pueda contar con un mejor andamiaje regulatorio para su toma de decisiones. Parte de los conflictos internos que hoy tenemos están asociados a la falta de reglas claras en la administración y toma de decisiones”. Y, ya quedó dicho antes, injerencias externas.

Rodríguez propone a sus pares —a todos sin distinción— “una comisión de reconstrucción institucional que tenga como objetivo una revisión de los procesos y la emisión de reglas claras respecto del gobierno interno del tribunal, que fortalezca las reglas de colegialidad y sobre todo que contribuya a fortalecer la independencia judicial, alineando nuestros objetivos a la reciente reforma judicial”.

“Mi compromiso —concluye— es con el bien público y con el fortalecimiento del poder judicial y del andamiaje electoral (…) es por estas razones que presentaré mi renuncia a la presidencia que emanó de la sesión pública del pasado 4 de agosto.

Reyes Rodríguez, así, da lección de dignidad y compromiso, muestra cómo sí resolver problemas en lugar de escalarlas crisis, no rehúye a los problemas, no los evade, no se fuga, no culpa; los enfrenta con mano hábil, sutil, elegante y responsable. Ve hacia el futuro, no se abisma en el abismos de los rencores.

Finalmente, no podemos dejar de acotar que la ausencia de los otros dos magistrados en la elección a la que habrá de renunciar hoy Rodríguez, fue por propia y expresa voluntad.

Enhorabuena por el Tribunal y por México.

Y no es problema de escuelas, profesiones y edades. Es simple actitud ante la vida.

Al filo de las 19:10 horas dio inicio la sesión de la Sala Superior.


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