Espiral


Bueno pa’la chamba, bueno pa‘l amor y pa’vivir

El amor de una mujer hacia un hombre nace y se conserva por la admiración. Hay que ser bueno en algo, aspirar a ser admirable, es el trabajo. ¿Qué prefiero, trabajar de malas o ser exitoso en un trabajo que me divierta y crezca, y no sólo me fatigue?

#TheBunkerNoticias | Bueno pa’la chamba, bueno pa‘l amor y pa’vivir
Por: Redacción
  • 31/07/2021

Si no persigues lo que quieres, nunca lo tendrás, si no preguntas, la respuesta siempre será no, si no das un paso adelante, siempre estarás en el mismo lugar.

Nora Roberts


En una conversación animada por las copas, propias del desasosiego vespertino de un día de trabajo, un amigo le preguntó a mi sabia amiga Catalina ¿Qué necesita un hombre para ser amado por una mujer? Ella respondió sin titubeos, son varios aspectos, pero hay uno muy especial: ¡Ser bueno en algo!; en lo que sea, pero ser muy bueno en algo; el amor de una mujer nace y se conserva por la admiración.

Aquel consejo tenía sentido, he visto muchas vidas girar en torno a este principio básico y entendí que el mejor ambiente para ser bueno en algo y aspirar a ser admirable, es el trabajo.

Mal hacemos si vemos al trabajo únicamente como medio para conseguir lana; si de todas formas habremos de chambear, entonces percibámoslo como una gran oportunidad para desarrollarnos y ser muy buenos en él.

No hay pierde en esa elección, es fácil. ¿Qué prefiero? ¿Trabajar de malas, inmerso en la rutina y la aburrición fatigante a cambio de un salario bajo que jamás crecerá por mi actitud negativa o ser un trabajador lúcido, apreciado por creativo, exitoso, divertido y próspero? Prefiero con mucho ser exitoso en el trabajo que me divierta y no sólo me fatigue.

¡No hay duda! Mejor chambear en algo que nos guste y donde desarrollemos opciones de crecimiento, así con constancia ascenderemos, ganaremos más lana, prestigio y chance hasta nos salgan alas para emprender un proyecto propio que nos vuelva patrones.

Para ser bueno hay reglas básicas e históricas: ser puntual, leal, constante, responsable, limpio, honrado, esmerado, ordenado y varios etcéteras que nos han dicho nuestra abuelita, padres y terceros Vaya, son valores tan universales que los repetimos a nuestros hijos como una receta ancestral, pero éstos son hábitos que constituyen el mínimo irreductible de cualidades para conservar el trabajo, son necesarios pero no alcanzan para crecer.

El verdadero éxito en el trabajo y lo que nos conduce a ser muy buenos en él exige ánimo, creatividad, actitud, empatía, iniciativa, desentrañar la expectativa de los jefes, de la clientela y de quien decida nuestro progreso, pero muy en particular querer desarrollar una inteligencia especial e invertirla en eso que hacemos.

¡Sí se puede! La inteligencia no es una cualidad que se herede como la estatura o el color de ojos, la inteligencia laboral es producto del esmero, de la concentración en aprender, de practicar, de querer hacerlo y ser el mejor; el precio de la inteligencia laboral es el esfuerzo, lo padre es que ¡No cuesta dinero, sólo esmero y querer! Además, desarrollarla es divertido.

La inteligencia, supone la comprensión de lo que hacemos, identificación clara del objetivo del trabajo, esmerarnos en desarrollar habilidades especiales, destrezas, exige compararnos con otros y aprender de ellos, modernizarnos y querer hacerlo bien siempre.

Claro que con frecuencia eso nos conduce a soportar jefes que no nos merecen, que abusan, que nos explotan, pero tampoco son eternos, llegará nuestra oportunidad y creceremos o nos independizaremos y si logramos brillar, los jefes y las instituciones disputarán por nosotros y apostarán para pagarnos mejor. ¡todo patrón necesita al menos un súper colaborador de confianza!

El conformismo no debe ser lo nuestro; imagínese encontrar en el espejo a un tipo aburrido, rutinario, aplastado porque creyó que el cosmos conspiró en su contra y no logró crecer. ¡Puff! Mejor encontrar uno inteligente, gallardo, entusiasta, admirado que también cobra en satisfacción, prestigio y reconocimiento. Eso tiene un valor incalculable y es premisa de felicidad perdurable. ¡Caray! ¡Qué diferencia! ¿No cree?

Todos hemos visto taquerías abarrotadas al lado de otras vacías; padecido malos plomeros o abogados y necesitado encontrar al bueno; hemos sufrido con el médico chafa y apreciado al que nos estudia con cuidado y trata mejor ¿Qué diferencia, no? La lana no es el único premio al trabajo, si optamos por hacer bien las cosas obtendremos la invaluable remuneración en valores más intensos y perdurables, como el prestigio, la admiración, el respeto y nos convertiremos en referente para los demás; nos preferirán y eso es muy agradable.

El principio es básico, opera para hombres y mujeres, jóvenes y mayores, es de validez universal e intemporal, ser bueno en la chamba nos impone ser buenos como personas, en el amor, como padres, como amantes, en todo.

En aquella plática, Catalina dijo a su modo "una mujer sólo te seguirá queriendo mientras te admire y no se aburra; no es un tema de dinero, se trata de que mantengas una actitud de superación y eso sólo es posible si permanentemente te reciclas, te reinventas, si logras evolucionar sobre ti mismo, si no te estancas, si aprendes, si siempre te esmeras en ser muy bueno en algo; la clave está en la actitud de superación y en la creatividad constante".

¡Claro! Concluyó, no se trata de ser un obsesivo burro de trabajo, para que una mujer te empiece a querer, te siga amando y no se aburra, también necesitas ser muy bueno y superarte siempre en lo otro.

José Carlos González Blanco, México 24 de julio de 2021.

Colaboración especial desde nuestra página hermana, LFMOpinion.

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