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Crónica LGBTIQ: de la catarsis y la liberación a la aceptación y la empatía

Entendí que "el amor es amor”, no importa el género, el sexo, ni la orientación, sólo ser feliz con quien te acepta y a quien aceptas. Ninguna persona es una isla.

#TheBunkerNoticias | Crónica LGBTIQ: de la catarsis y la liberación a la aceptación y la empatía
Por: Redacción
  • 27/06/2021

Por Víctor Rodríguez

Recuerdo que hace años, en plena secundaria y con la pubertad a flor de piel, me sentí diferente.

Ayeres junto a mis amigos, cuando comenzábamos a explorar las relaciones en su haber, sus porqués y sus cómos; a decir qué chica nos parecía más atractiva y a entablar disputas y duelos de testosterona, pero en el fondo, y con mucho temor, sabía que no sólo me gustaban alguna de mis compañeras, sino también encontraba lindo a uno que otros de mis congéneres.

No fue la mejor época. Entonces no era algo fácil decir que eres gay, mucho menos era “explicable” que te gustaran tanto los chicos como las chicas: ser bisexual. Ni siquiera yo podía explicarlo y entenderlo a esa edad, pues no contaba con información de ningún tipo.

Cabe señalar que incluso, hoy en día, la bisexualidad sigue percibiéndose como “confusión”; una “indefinición”, lo cual, además de doloroso, trae implícito cierto tipo de escarnio, un discurso de odio que borra y aniquila en palabras y pensamientos.

Por años reprimí ese sentimiento, hasta que... sí, llegó un compañero nuevo, un chico lindo que simplemente me agradaba. Comenzamos a hablar sin forzar nada, tal como charlan de largo y lleno los amigos; contando anécdotas graciosas, tristes y personales hasta que de forma natural él me gustó. Un día me besó y todo cambió. De alguna forma se concretó lo largamente oculto y la liberación fue catarsis pura.

Admito que en aquel momento me invadió una sensación extraña, el juicio ajeno y propio del peso social del mentado “deber ser”, sin embargo la disfruté y, pese a que esta experiencia fue motivo de burlas por un tiempo, en el fondo no me molestaba porque rememorarla aun en el contexto de la sorna de alguna manera era revivir aquel instante.

Muchos años simplemente me reprimí, dejé de pensar en eso, pero tampoco me sentía cómodo buscando una relación porque no me sentía a gusto con mi sexualidad, era difícil llevar una relación sana conmigo mismo.

Y aunque reconocer mi naturaleza ha sido un gran paso para mi vida personal, el miedo de no ser aceptado siempre está, más en un entorno conservador como el de mi familia, que aún ve con malos ojos al colectivo LGBTTIQ+.

Para ellos no es “normal” y por muchos años soporté escucharlos sin decir nada, no podría expresarme de manera segura porque sabía que ellos me rechazarían o al menos no lo tomarían a bien.

Fue en esta pandemia, quizá por la soledad, el encierro y todo lo que implicó, pero el comenzar a socializar en redes me dio el valor de experimentar, de buscar gente con gustos afines. Los foros fueron mi salvación, leer a personas que se sentían como yo, con vivencias parecidas y con los mismos miedos. Juntos nos apoyamos y a la distancia nos fortalecemos. Me dan seguridad y confianza.

Uno encuentra la epifanía en los lugares menos pensados. Parte de mi motivación para salir y decirle al mundo quién soy fue un videojuego llamado A Normal Lost Phone. Su temática me abrió los ojos, me hizo darme cuenta que incluso en algo que disfrutaba como los videojuegos había discursos con los cuales podría expresarse parte de la comunidad.

Fue un 23 de septiembre (Día de la Visibilización de la Bisexualidad), que hablé con uno de mis mejores amigos. Él es algo mayor que yo y quizá no el más open mind, aun así le expliqué como me sentía y fue el primero en saberlo. Sus palabras de aliento y poder decir que soy bisexual, me dieron fuerzas para poder ser yo por primera vez.

Poco a poco fui abriéndome aunque seguía y sigue siendo difícil. Los siguientes que supieron fueron mis padres y contra todo pronóstico sus palabras de apoyo y aliento han sido de lo más reconfortante de mi vida.

Aumentó mi seguridad para seguir diciéndole al mundo lo que soy y dejar de ocultarme, mis padres incluso cambiaron algunos aspectos y comportamientos que me molestaban y empezaron a informarse sobre el tema. Sin duda los tiempos han cambiado.

Casi todos mis amigos lo han tomado bien, algunos se sorprendieron, otros simplemente les dio lo mismo, lo cual fue un choque para mí. Siempre creí que muchos no me aceptarían y resulta que ese miedo era irracional, me di cuenta lo que mucho que me equivocaba.

Pero no todo es tan bueno, aunque en general la gente cercana lo aceptó mis relaciones cambiaron, unos se alejaron un poco o simplemente no les agrada que hable de estos temas porque les doy mucha importancia. En contraparte, comencé a conocer gente del colectivo con problemas como los míos, algunos peores.

Esas nuevas personas que llegaron a mi vida me dan seguridad y tranquilidad. Sé que no estoy solo, con muchos he hablado días enteros y sentido gran empatía, a algunos es como si los conociera de años, como amigos de toda una vida.

En especial, la última persona que conocí me dio motivaciones para sentirme bien, compartimos ese mismo sentimiento, esas mismas experiencias, nos parecemos tanto, y realmente disfrutamos uno del otro. Se ha ganado mi corazón, y ahora entendí que “el amor es amor”, no importa el género, el sexo, ni la orientación, sólo ser feliz con quien te acepta y a quien aceptas. Ninguna persona es una isla.

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