Votar es inaugurar un nuevo comienzo. Por ello las elecciones hacen temblar la mesa del juego y rompen equilibrios. La democracia, así, es una danza divina del azar contra las telarañas que quieren atrapar todo y a todos.
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Son los votos libres en su accionar los que resquebrajan el piso de cristal de sus seguridades, cegueras y temores.
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