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Calor que mata

Es oeste norteamericano enfrenta golpe de calor y sequías, aun antes de que el verano empiece, y nunca antes vistos. Los números son aterradores y el futuro más. ¿Y en México? Peleándonos con la clase media.

#TheBunkerNoticias | Calor que mata
Por: Redacción
  • 17/06/2021

El cambio climático pega al oeste norteamericano aún antes de que llegue el verano.

El diario New York Times señala hoy en sus páginas que el calentamiento global ha causado destrozos en la región por años, pero ahora una temprana ola de calor y severa sequía amenazan vidas y disposición de agua.

Arizona y Nevada han alcanzado temperaturas históricas de hasta 46 grados centígrados esta semana y hay riesgo de quemaduras de tercer grado por el ardiente asfalto de las ciudades.

El Lago Mead, que provee de agua a tres estados del suroeste norteamericano y a México se haya por debajo niveles históricos de los años 30s del siglo pasado. En California los productores agrícolas están abandonando cultivos para proteger los más necesarios y salvables y algunas comunidades debaten racionalizar el agua.

La demanda eléctrica por el uso de aíres acondicionados ha puesto en problemas su surtimiento en Texas, de suerte que sus usuarios han empezado a apagar sus equipos tratando así evitar apagones.

Los incendios en bosques en Arizona y Montana se incrementan: “Aún estamos lejos del pico de la temporada de incendios por sequía”, cita el reportaje de The New York Times a Daniel Swain, científico climático de la Universidad de California: “Las cosas se van a poner peor, antes de que mejoren”.

“El sur poniente está siendo azotado por el cambio climático más fuerte que prácticamente cualquier otra zona en el país, aparte quizás que las ciudades de la costa, dice Jonathan Overpeck, otro científico climático, éste de la Universidad de Chicago, y tan mal como se ve hoy, puede ser lo mejor que se vea mañana, si no ponemos bajo control el calentamiento global”.

El pronostico es, sin, embargo, que las temperaturas suban.

Los estados del oeste norteamericano están urgidos a tomar medidas drásticas y costosas, como rediseño de ciudades, conservación y manejo de aguas.

Desde Montana hasta el sur de California, más de 55 millones de norteamericanos encaran este frente de calor.

Tan solo el año pasado, el calentamiento global mató a 323 personas en Maricopa (Phoenix) el peor récord por mucho. Los más trabajadores en más riesgo son los que laboran a la intemperie, sin sombra ni aires acondicionados.

La Agencia de Protección Ambiental ha expresado su preocupación que este calor previo al verano encuentre a la gente no preparada para su prevención y cuidado.

A esto se suma que muchas fabricas de aires acondicionados o de mantenimiento de los mismos, cerraron sus puertas con motivo de la pandemia.

En algunos lugares se han instalado albergues con aires acondicionado para las gentes que viven en las calles, pero muchos no acuden a ellos por miedo a perder su escasas propiedades.

Incluso la llegada de la noche no aminora el calor, en Las Vegas, donde se juegan las finales de la liga de Hockey sobre hielo, se esperan temperaturas nocturnas superiores a los 37 centígrados.

Se requerirán fondos para ayudar al pago de energía o para la adquisición de aires acondicionados, señala David Hondula, de la Universidad Estatal de Arizona, según el The New York Times. El tema, señala Hondula, no es solo de ingeniería, toca asuntos como la pobreza y los gentes sin vivienda. Los números indican que nos estamos moviendo en la dirección equivocada. Hoy las muertes por calor se incrementan más rápidamente que los índices población y envejecimiento.

Incluso el calor puede afectar a la infraestructura y operación de las plantas generación de energía eléctrica que pueda utilizarse para combatir el calor, sobre todo, en picos de temperatura. “Lo peor que nos puede pasar es un corte en el suministro de energía en estos momentos”, alerta Víctor Puente, de 47 años, a la sobra de su porche de madera en Pueblo de Palmas, cerca de McAllen, Texas.

El otro extremo de la ecuación son las sequías que se han extendido más allá que cualquier punto en los últimos 20 años, recortando las suficiencias de agua en todo el oeste norteamericano, a grado tal que en algunas partes ya se delibera implantar racionamiento del vital líquido. En California se invita a sus habitantes a no lavar sus autos o rellenar sus albercas debido a la perdida de agua por vaporización.

Los ganaderos han vendido antes de tiempo su ganado, de cara a la imposibilidad de dotarles del agua diaria que necesitan. Y mucha tierra no se ha abierto al cultivo por falta agua de riego. La falta de alimentos por escasez de agua puede llegar a afectar a nivel nacional. Sólo California produce dos terceras partes de la fruta y una tercera parte de los vegetales de la demanda norteamericana.

El Lago Mead, creado a la luz de la cortina Hoover en 1935 está al 36% de su capacidad, y si el gobierno declara escasez de aguda Arizona vería reducido su afluente de agua en una quinta parte.

“Necesitamos dejar de pensar en la sequía como un fenómeno pasajero”, dice Felicia Marcus, profesora visitante de la Universidad del Agua de Stanford: El afluente del Río Colorado bajará aún más.

Con información de Brad Plumer, Jack Healy, Winston Choi-Schagrin y Henry Fountain de The New York Times.


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