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¿Qué carajos hago aquí?

El acto fallido de la recepción de Kamala Harris en Palacio Nacional, a la luz de las visitas diplomáticas de presidentes norteamericanos a México. ¿Desdén?

#TheBunkerNoticias | ¿Qué carajos hago aquí?
Por: Redacción
  • 13/06/2021

Los humanos hacemos actos fallidos, actos de conducta descubiertos por Freud, por medio de los cuales exteriorizamos una expresión totalmente diferente y hasta contraria a la intención consciente que queremos manifestar. Es, se dice, el inconsciente desdoblado que, así se impone al consciente y devela nuestro verdadero y oculto parecer.

López Obrador recibió a la vicepresidente de Estados Unidos con un: “Bienvenida presidente Cábala”.

Luego, cuando ésta correspondió a su saludo, no supo que hacer, cortó abruptamente la conversación y le señaló el camino para ingresar a una ceremonia más deslucida que los tik toks de la mayoría de los candidatos en las recientes campañas.

Dos actos fallidos en uno, ni es presidente, ni es Cábala.

Del primer acto fallido el Centro Virtual de Investigación y Análisis de Política Económica Estratégica y Geopolítica (SEPGRA, por sus siglas en inglés), nos aporta datos y consideraciones significativas que pueden ayudarnos a descifrar qué pasaba por el inconsciente presidencial en esos momentos.

El texto no tiene desperdicio, se publicó el martes pasado y con información de INFOBAE, lo reseñamos aquí. Se titula: El México de AMLO, degradado, y pasa lista de las visitas de los presidentes estadounidenses a México y sus recepciones por los mandatarios mexicanos. Imposible imaginar, abre la conversación el análisis, a López Mateos “recibiendo al vicepresidente Lyndon B. Johnson, en lugar del presidente John F. Kennedy”.

Aquella ocasión la visita fue de varios días, con recepción en carro descubierto entre vallas de decenas de miles de mexicanos vitoreando bajo lluvia de confeti a ambos mandatarios desde el aeropuerto hasta Palacio Nacional, cenas de gala, grandes discursos, acuerdos laureados y conferencia conjunta de prensa.

Tampoco se puede imaginar a Díaz Ordaz recibiendo a Humprey, en vez de Johnson, o a Spiro Agnew en lugar de Nixon.

“Ni siquiera el desaliñado presidente Luis Echeverría (1970-1976) recibió al vicepresidente Spiro Agnew o al vicepresidente Gerald Ford: recibió al presidente Richard Nixon y al presidente Gerald Ford, no al vicepresidente Nelson Rockefeller”.

López Portillo fue anfitrión de Carter y luego de Reagan.

De la Madrid también lo fue de Reagan; en tanto Salinas de Gortari, gestor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) lo fue de Bush padre y de Clinton.

Zedillo no recibió a Albert Gore, sino a Clinton; Fox fue visitado por Bush hijo, no Cheney; Calderón, si bien hizo gran amistad con Biden, en aquel entonces vicepresidente, siempre interactuó con su igual: Obama.

Incluso Peña fue interlocutor con Obamay hasta con Trump.

Esta larga y protocolaria tradición, propia de las relaciones entre estados soberanos y sus dignatarios se rompió con López Obrador, al que el portal de análisis SEPGRA califica de un "pueblerino”, cuya “visión a largo plazo no va más allá de las próximas elecciones”, que confunde capricho con proyecto de nación; en los hechos “cuatro proyectos innecesarios y costosos”, y al que “no se le concede el nivel de trato con el presidente de Estados Unidos” sino, como una mera “cortesía con el vicepresidente Harris”.

El denuesto, sin embargo, acota el análisis, “ no es una ofensa para los mexicanos”.

El comportamiento del mandatario mexicano es equiparado, por el sitio de análisis, propio de sus “vecinos centroamericanos” y, por eso, Estados Unidos lo coloca al mismo nivel que países como Belice, Guatemala, Honduras y El Salvador”.

Habrá que recordar que previa a la visita de la vicepresidente Harris, el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Binken, se reunión en Costa Rica en una Cumbre con países de Centroamérica y del Caribe, al que invitó en calidad de entenado al canciller Marcelo Ebrard.

Concluye el artículo en cita de SEPGRA: “Dado que el nivel de AMLO como presidente es tan pueblerino, su proyecto nacional —si se puede llamar sus caprichos— está conformado por cuatro proyectos que son tan innecesarios como costosos y fuera de tiempo, su visión a largo plazo que no va más allá de las próximas elecciones, su comportamiento político que lo equipara con sus vecinos centroamericanos, el gobierno de Estados Unidos, con razón, lo coloca en el mismo nivel de prioridad que Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. Por esta razón, al presidente de México no se le concede el nivel de trato con el presidente de Estados Unidos sino, como cortesía, con el vicepresidente Harris. No es una ofensa para los mexicanos”.

Qué habrá pasado por el consciente y el inconsciente de López Obrador al ver bajarse de la camioneta blindada a la vicepresidente Kamala Harris, posiblemente recordando aquellas apoteósicas visitas de estado de presidentes norteamericanos con las que creció en su lejano Macuspana. Nunca lo sabremos, pero en un acto fallido le dijo “presidente”, quizás queriendo decir y decirse: yo merezco a un presidente, no a su segunda. O bien, soy presidente, por qué este desdén. O, tal vez, aunque no lo sea, “Cábala”, yo si te doy el trato de presidente que yo sí merezco recibir, y no esta displicencia con que me aminoran. O, quién lo podría decir: eso me sacó por andar jugando a la política internacional con grillas electoreras.

Y como el inconsciente es muy juguetón y nos pone trampas siempre incomodas, en lugar de llamarla por su nombre, Kamala, le dijo Cábala.

El vocablo más parecido a lo pronunciado por el presidente López Obrador es Kabbalah, del hebreo, castellanizado en cábala, literalmente “tradición, recepción, correspondencia”. En los hechos así se denomina a una disciplina judaica que utiliza “sentidos recónditos”, entiéndase esotéricos, para analizar la Torá, el libro sagrado de los judíos. Más que una disciplina religiosa, la cábala se entiende como un ejercicio místico por medio del cual se trata de encontrar la explicación entre Dios, la naturaleza, el hombre y la existencia. Un cuestionamiento ontológico que, bien pudiéramos traducir en: ¿qué carajos estoy haciendo aquí?”


Con Información de SEPGRA e INFOBAE.



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