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Bill y Melinda Gates, latifundistas globales

Inversionistas globales desplazan a pequeños productores agropecuarios concentrando grandes extensiones de tierra productiva.

#TheBunkerNoticias | Bill y Melinda Gates, latifundistas globales
Por: Redacción
  • 10/06/2021

En el portal norteamericano Mother Jones, Tom Philpott da cuenta de las grandes inversiones que el imperio de Bill y Melinda Gates están haciendo en la compra de grandes extensiones de tierra agrícola en donde lo que más han sembrado es resentimiento

Bill Gates pasó de oligarca cibernético a filántropo amasando una fortuna de $127 billones de dólares. Es el segundo hombre más rico del planeta y enfrenta un divorcio con su esposa Melinda French Gates.

Entre los bienes de la sociedad matrimonial en liquidación se listan grandes latifundios agrícolas que les pertenecen, mismos que sumados los vuelven los propietarios de la más grande extensión de tierra privada para cultivo en los Estados Unidos. Según información del periódico Land Report, el hasta ahora matrimonio es dueño de 242,000 acres, para efectos prácticos cerca de 98 mil hectáreas, con un valor de $5 billones de dólares.

Según Bill Gates, la decisión de comprar tierra para cultivo fue de sus asesores financieros y que nada tiene que ver con el cambio climático. No obstante, los Gates no son los únicos miembros del 1% más rico del planeta con tierras de cultivo en sus portafolios de inversión. Según Tom Philpott, en la última década la tierra se ha establecido como un tipo importante de activo que los vendedores de Wall Street han promocionado como portafolios bien balanceados para sus clientes: “Compra tierra, ya no están produciendo más”, como reza el viejo dicho.

Al tiempo que crece la población global y la demanda de alimentos exige de grandes extensiones de tierra para la producción de carne y productos agrícolas, la disponibilidad de tierra susceptible de ser arada se ha visto reducida por la contaminación, la desertificación y el crecimiento exponencial de las manchas urbanas.

Entre 1940 y 2015, el precio promedio de un acre de tierra de cultivo en Estados Unidos se multiplicó seis veces y los economistas esperan que esa tendencia siga al alza. Como resultado, los gigantes financieros, Prudential, Hancock, TIAA y UBS han adquirido sustanciales superficies de tierra en los Estados Unidos.

A la fecha los bancos, compañías de seguros y fondos de pensión, junto con individuos como los Gates, poseen sólo una fracción pequeña del total de los $2.5 trillones de dólares de tierra agrícola de Estados Unidos. Pero esto podría cambiar pronto, sobre todo si tomamos en consideración que los adultos mayores poseen el 40% de esa tierra, lo que sugiere que habrá una inminente transferencia de mucha tierra, según un reciente reporte del American Farmland Trust citado por Philpott, organización ésta sin fines de lucro dedicada a la conservación agrícola.

Ahora bien, ¿qué está sucediendo en toda esa tierra recién comprada? Philpott señala que ni Bill ni Melinda se han enfundado en overol y operan tractores al rayo del sol, aunque juntos sean dueños del 10% de las acciones del John Deere, el gigante norteamericano productor de tractores y demás equipo para granjas. Los inversionistas que están comprando grandes extensiones de tierra con vocación agropecuaria, como los Gates, prefieren dejar la agricultura a los profesionales. Un portavoz de Cascade Investments, que maneja la fortuna personal de los Gates, se rehusó a comentar cómo es que se manejan las operaciones agrícolas de la pareja, excepto para hacer protesta de su devoción por la agricultura sustentable.

Es el aumento en el valor de sus activos y no el bien común la meta de estos fondos. Según Tom Philpott, en marzo Bill Gates apareció en una ronda de preguntas de Reddit para promover su recién publicado libro Cómo evitar un desastre climático. Cuando le preguntaron por qué había comprado tanta tierra agrícola respondió: “Mi grupo de inversión tomó la decisión de hacerlo. No está relacionado con el clima.” En otras palabras, los inversionistas adinerados buscan tierra por la posibilidad de plusvalía primero y antes que nada.

Y mientras los Gates y sus pares invierten y especulan, la nueva generación de potenciales agricultores enfrenta un futuro incierto. El American Farmland Trust previene que casi un siglo de encarecimiento de la tierra ha dificultado adquirir tierra para cultivo, en especial para las nuevas generaciones de rancheros y agricultores que buscan vivir del campo.

Peor aún, aquellas personas que quieren "cultivar para su comunidad" están siendo económica y socialmente excluidas.

Según Holly Rippon-Butler, director de la campaña de tierra de la National Young Farmers Coalition, a todo lo largo y ancho de Estados Unidos los potenciales agricultores están perdiendo la oportunidad de hacerse de tierra, toda vez que les resulta imposible igualar los precios que los fondos de inversión están pagando por ella. Aquel que quiera “cultivar para su comunidad,” continúa Rippon-Butler, está siendo relegado en favor de administradores de granjas que responden a distantes inversionistas, cuyo principal preocupación es sólo la ganancia económica. En el 2020, Rippon-Butler publicó un reporte que expone los obstáculos a los que se enfrentan los jóvenes que quieren comprar tierra para cultivar alimentos como profesión.

Esta circunstancia pone en desventaja a toda una nueva generación de agricultores, afecta a sus vecinos y pone en jaque a las economías locales. Los propietarios ausentes, tipo los Gates, "no acuden a las tiendas locales para abastecerse”, dice Loka Ashwood, socióloga rural de la Universidad de Kentucky. "No acuden al vendedor local de semillas, no acuden a las ferreterías locales, sus hijos no estudian en las escuelas locales.”

El trabajo de Tom Philpott en las páginas de Mother Jones reporta el enojo y alieanación de estas poblaciones locales que se ven relegadas de su mundo y circunstancia: “Para la población rural la validez del Gobierno de Estados Unidos, la validez del estado democrático, siempre ha estado estrechamente atada al acceso a la tierra,” según Ashwood. “Creo que esto que está pasando con los precios de la tierra está profundamente relacionado al incremento en la desconfianza en el gobierno.”

En un pasado no muy lejano, los políticos estaban conscientes de la amenaza que representaba la apropiación y toma de control de la tierra de la que se alimenta la población por parte de la clase financiera e inversionista. De hecho, Madeleine Fairbairn, autora de Fields of Gold: Financing Global Land Rush (1977), durante el boom en los precios de la tierra, el gigante de Wallstreet Merrill Lynch y el ahora extinto Continental Illinois Bank and Trust anunciaron sus planes para lanzar un fondo de inversión a través del cual los grandes inversores podrían hacerse de tierra productiva.

En ese entonces el Comité de Agricultura del Congreso de los Estados Unidos convocó a una sesión para denunciar el suceso: “Si los fondos de inversión en tierra se vuelven práctica común, la tierra arable se concentrará en cada vez menos manos y las decisiones administrativas serán tomadas por un minúsculo grupo de personas”, comentó el entonces diputado republicano del estado de Iowa, Chuck Grassley. Esa tendencia, concluyó, "terminaría por ser desastrosa para los pequeños agricultores independientes y, al fin de cuentas, también para el consumidor.”

Con la cola entre las patas, Merrill Lynch y sus socios desistieron de su intento de constituir aquel fondo de tierras productivas. Alguien debería darle aviso a Grassley, ahora un poderoso miembro del comité agrícola del senado norteamericano, que los fondos de tierra productiva están de regreso corregidos y aumentados, alerta Tom Philpott.

Con información de Tom Philpott y Mother Jones .


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