El fin de la jornada electoral 2021 trajo consigo júbilo simulado y triunfalismo vacuo; un clima donde todos ganando algo se sienten perdedores de todo.
canva.com
Hace algunos años, también al calor de unas elecciones intermedias, Manlio Fabio Beltrones hizo famosa la pregunta: “Y si vamos tan bien, ¿por qué nos sentimos tan mal?”
La pregunta retorna por sus fueros.
Nadie pareciera estar entusiasmado con sus resultados.
Morena clama victoria, pero destila derrota. Su techo sobreestimado fue un piso desplomado. Sus triunfos, pues, no les llenan: “¡Ganamos!”, enarbolan sus banderines en un desangelado mitin que no llenó ni la banqueta de la Alameda contigua al Hemiciclo a Juárez.
La gran alianza opositora tampoco rechina de gozo. Alcanza números importantes para forzar los equilibrios rotos, pero no los suficientes para imponerlos. Aún no tenemos resultados duros y ya el poder ha tirado sus redes en las aguas turbias de partidos que tienen menos integridad que vergüenza y más cadáveres en el clóset que aspiraciones presidenciales.
Movimiento Ciudadano ratifica su ADN regional y se hace de la rifa del tigre en Nuevo León, sin escuderos en los congresos, lo que coloca a Jaime Rodríguez Calderón en las puertas de ser considerado estadista, tan pronto se puedan comparar artes de negociación con congresos y municipios en contra.
Las albricias de los nuevos partidos no entusiasmaron ni siquiera a una ínfima parte de los militantes que meses atrás les dieron efímera vida.
El PT triunfa entre los estertores de una dirigencia que no admite cambios y donde sus victorias son efectos marginales de una relación sadomasoquista con López Obrador.
El Verde, el triunfador neto de estas elecciones al convertirse en el gozne de la balanza, no entusiasma ni a sus influencers.
El INE podría ser el único con méritos suficientes para estar entusiasmado por su ejemplar desempeño en la organización de las elecciones, pero sus desvelos no tendrán tiempo de tomar aliento con la consulta popular elevada al absurdo en puerta, la revocación de mandato y las elecciones del año en el horizonte. Sin descontar las amenazas en su contra, que no por los resultados electorales son de echarse en saco roto.
En un clima donde todos ganando algo se sienten perdedores de todo, y donde sobran los malos perdedores, el INE es el blanco ideal para tírenle al negro, sin carga racista de por medio, sólo citamos dicho popular y juego de feria.
¿Y los ciudadanos? ¿Hay jubilo en la ciudadanía? ¿Al menos entusiasmo? ¿Siquiera tranquilidad?
¿O qué es esa sensación en la boca del estómago propia de quien va sentado en un miura?
Si todo está tan bien, ¿por qué nos sentimos tan mal?
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